domingo, 3 de mayo de 2015

PUCARA: TORITOS Y FIESTA.


Mi destino en esta oportunidad era el distrito de Pucará, localizado a 61 km al norte de Juliaca, perteneciente a la provincia de Lampa, departamento de Puno y a 3,910 msnm.

Una vez en el terminal de Juliaca me puse en la fila de las personas que esperaban la llegada de la combi con destino a Pucará. La fila de espera era bien larga y hasta ese momento no sabía el motivo.  Al costado izquierdo había una fila pequeña conformada por las personas que esperaban los carros con destino al distrito de Ayaviri, capital de la provincia del mismo nombre. 

Cuando llegó el carro que iba a Ayaviri me acerqué al chofer y le pregunté si me podía dejar en Pucará.  Me  dijo que su ruta no entraba a Pucará pero me podía dejar en la carretera a la altura del pueblo y que de allí tenía que caminar hasta el centro de la ciudad. El costo del pasaje fue S/.  7.00,  era el costo de un pasaje directo como si fuera hasta Ayaviri. Me pareció bien y subí al carro recordándole que me avise cuando llegáramos a la altura de Pucará.

Conforme el carro avanza la carretera va cortando en dos la meseta altiplánica, desolación y mucho ichu amarillento es lo que observo a cada lado. A lo lejos se veía un pueblo en donde resaltaba la cúpula de la iglesia bajo un cielo azul intenso, era Pucará.

 
Me bajé en el lugar indicado,  el pueblo se localiza al lado izquierdo de la carretera, crucé la carretera y caminé rumbo a  la plaza principal. Mientras me acercaba  veía que algunas personas estaban vestidas con ropa nueva y limpia, caminando apuradamente de un lado a otro; también veía triciclos llenos de cajas de cerveza y conforme me acercaba a la plaza principal se escuchaba el bullicio que hacía unos parlantes. Fue raro para mí escuchar tanto ruido en un lugar tan alejado.



Cuando llegué a la misma plaza me sorprendí  al ver que estaba totalmente llena de gente. Se había improvisado muchas tiendas con palos y plásticos en donde se vendían viandas de comidas; no faltaban las filas y filas de cajas de cerveza; hombres y mujeres tomaban cerveza  y otros licores en plena plaza,  mientras otras observaban el desfile. Era un ambiente de fiesta y no era para menos, me enteré que estaban celebrando un aniversario más de su  creación política como distrito. Era 3 de junio del 2,012 y cumplían 179 años.



Al costado de la Iglesia había una tribuna llena de espectadores y al frente de la iglesia un estrado desde donde  un animador anunciaba las delegaciones que se presentaban en el desfile.



Desfilaban representantes de instituciones  locales y de pueblos vecinos. Llamaba mi atención el paso firme y gallardo de una delegación conformada por señoras que vestían el traje típico de Puno. Luego desfilaron los carros que hacían la ruta Juliaca-Pucará. Esto explicaba por qué en el terminal de Juliaca la cola de pasajeros era  larga, los choferes estaban gozando de la fiesta mientras los pasajeros esperaban pacientemente la llegada de algunos carros.



Como es costumbre en todos mis viajes quería  tomar fotos de la plaza principal, de su Iglesia y calles principales, pero me di cuenta que iba ser imposible por la cantidad de gente que había en el lugar. Ni siquiera llegue al centro de la plaza porque  el camino estaba lleno de cosas.  No me quedó otra opción que tomarme  fotos entre toda gente teniendo como fondo la iglesia y San Cayetano. Encontrar a alguien que me tomara las fotos fue difícil, pues  la mayoría de los adultos estaban muy alegres como para tomar una fotografía.



La Iglesia Santa Isabel de Pucará fue construida por los misioneros Jesuitas en 1,767. Su arquitectura es de estilo barroco donde la piedra fue tallada creando una belleza. En su interior existen imágenes únicas y pinturas de la Escuela cuzqueña. El arco central esta finamente tallado, tiene una sola torre con campanario y una bonita cúpula de piedra en la parte de atrás.



En la parte de atrás de la iglesia está el Peñón de San Cayetano, majestuoso  guardián de la ciudad.



En medio de la gente y el bullicio me retiré por un costado de la plaza rumbo a unos restos arqueológicos localizados muy cerca y que es conocido como “El Complejo Arqueológico de Pucará”. Para llegar hasta allí hay que salir por un costado de la iglesia y subir por la parte de atrás del pueblo, pasando por un costado del  peñón de San Cayetano.  A una distancia aproximada de 1 Km. encontramos las ruinas, el camino está señalado y no hay posibilidad de perderse.



Fue construido alrededor del año 200 a.C. alcanzando su apogeo entre los años 250 a.C. y 380 d.C. Se ubica a 3,871 msnm, ocupando una extensión aproximada de 4 km2 de. La parte principal es conocida como la “Plaza hundida del Templo de la Pirámide de Kalasasaya” cuya característica principal son los grandes de bloques de piedra simulando muros que delimitan la plaza.



Pasando la plaza principal se encuentran más construcciones de piedra de lo que pudo ser el sector urbano.



Las paredes cada cierta distancia muestran hornacinas con un corte lineal casi perfecto a pesar de las diferencias de tamaños y formas de las piedras.



Después de conocer las ruinas pasé por la plaza principal con la esperanza de que estuviera más libre;  si bien es cierto ya el desfile había terminado, todavía había gente libando licor y las carretillas y triciclos de ventas de comida y golosinas seguían ahí.

Pero no todo era malo,  encontré el frontis de la iglesia libre y pude apreciar sus paredes de piedra y su fachada central de piedra finamente labrada. Tiene una torre terminada al lado derecho que sirve de campanario. La torre del lado izquierdo nunca se terminó de construir.



Por la parte lateral también se observa otra entrada con un arco de piedra labrada con figuras y líneas geométricas.



El templo fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación el 28 de diciembre de 1,972.



Este pueblo es conocido en el mundo entero por sus famosos “Toritos de Pucará”, cuya historia se remonta a cientos de años atrás. En Pucará se celebraba una antigua fiesta de origen español en la cual al toro se  pintaba y se le colocaba un picante en la nariz y el animal enloquecía por el escozor. Su imagen quedó plasmada en las cerámicas que hasta hoy se ven en Pucará y en muchas otras partes de la sierra del Perú, en donde se  representa al toro como un animal poderoso y bien plantado en la tierra, con los ojos desorbitados por la locura, apuntados al cielo.  A este símbolo de arcilla cocida se le atribuye el poder de protección, cuando es colocada en los techos de las viviendas de la serranía generalmente en los pueblos de Cusco, Ayacucho y Puno.

Me compré dos toritos de regular tamaño uno de los cuales me lo dieron dentro de  una caja y el otro lo guardé en mi mochila.


El sol caía y la gente se desesperaba por subir a algún carro que pasaba por la carretera, más aun sabiendo que a las 5 pm era el partido por las eliminatorias de Perú contra Colombia. Estaba con mis paquetes y no podía estar empujándome con la gente por subir a un carro. Esperaba que la gente se embarcara, pero al poco rato llegaban nuevas personas y la gente en el paradero crecía.

Desde el borde de la carretera observaba en algunas tiendas que los equipos estaban formados para cantar los himnos. Me alejé del sitio donde la gente esperaba los carros y me puse a estirar la mano a los camiones y tráileres que pasaban por allí, como quien dice criollamente: me puse a tirar dedo. No me quedaba  otra opción. Tenía la esperanza de que alguien se detuviera y me sacara de allí. Nunca lo había hecho pero la esperanza estaba allí. He visto que en la sierra a veces transportan a la gente hasta en las tolvas de los camiones. La cosa era salir.

Por suerte a mis señales se detuvo un camión tráiler que por la frenada terminó mucho más allá de donde estaba parado.  Corrí y le dije al chofer si me podría llevar a Puno. Me dijo que solo iba hasta Juliaca. Le dije que no importaba y me subí. En la cabina el chofer escuchaba el partido y comentábamos cada jugada. La noche caía sobre el altiplano y yo miraba a  través del parabrisas como poco a poco la carretera se oscurecía, solo la fuerza de las luces del trailer  señalaban el camino a seguir.



Tomé fotos del espejo retrovisor delantero en donde se reflejaba mi imagen como recuerdo de aquella experiencia.



Finalmente el chofer me dejó en un lugar que no recuerdo exactamente y de allí subí a un mototaxi  con dirección al terminal de Juliaca, en donde abordé un carro con destino a Puno.

Esa noche por poco me quedo varado, las cosas no salieron como pensaba. La plaza de armas no estaba libre, no había carros y Perú perdió 1-0 ante Colombia, pero me quedaron experiencias vividas únicas que difícilmente se repetirán.

Este viaje lo realicé en junio del 2,012 y cualquier dato puede haber cambiado a la fecha.