sábado, 25 de octubre de 2014

CHUCUITO: CIUDAD DE LAS CAJAS REALES


En esta oportunidad mi destino era el distrito de Chucuito, localizado a 18 km  al sur de Puno y a una altura de 3,870 msnm. Tiene como capital a la ciudad de Las Cajas Reales de Chucuito, situada en la meseta del Collao a orillas del lago Titicaca. Durante la época colonial había una mina de plata y los impuestos de toda esta zona eran recaudados en este lugar, de allí el nombre de Ciudad de las Cajas Reales.

Durante la conquista española los antiguos peruanos fueron obligados al pago de tributos o impuestos en forma de trabajo, dinero o productos. Una de las formas de cumplir con esa obligación fue la encomienda. El rey español otorgaba al conquistador encomendero una cierta cantidad de indígenas a los que les exigía tributos y trabajo. A cambio el encomendero, debía encargarse de que los indígenas a su cuidado recibieran comida e instrucción religiosa.

Chucuito fue declarada Encomienda del rey Carlos V de España, eso significa que le fue adjudicado en propiedad y recibía directamente todos los tributos captados y se le informaba de todos los sucesos de la provincia.

El pasaje normal de Puno al distrito de Chucuito tiene un valor de  S/. 1.50 y el tiempo aproximado es de media hora. El auto enrumba por la carretera que llega hasta Desaguadero, último distrito peruano muy cerca de la frontera con Bolivia. Bajé a la altura de la entrada a Chucuito y caminé en subida por una calle  cuatro cuadras hasta llegar a una plaza.

Dentro del perímetro de la plaza se encuentra la Iglesia de Santo Domingo. Es el templo más antiguo del Altiplano construido en el siglo XVI a partir de 1,534, año en que llegaron los conquistadores españoles a este lugar y se terminó en 1,581. En esta iglesia se venera la imagen de la Virgen del Rosario. Debido a su importancia en toda la zona del altiplano fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación en 1,972.



Al lado derecho se encuentran unas arquerías de manufactura indígena  y al lado izquierdo hay un pequeño cementerio, muy clásico de todos los templos coloniales para enterrar allí a los pobladores de la zona. En la parte de adelante ligeramente hacia la izquierda se observa la Cruz de Buen Morir.



Luego seguí subiendo por la misma calle y llegué a otra plaza más grande y  bonita que la anterior, que tenía de fondo a la Iglesia de Nuestra Señora de La Asunción. A esta plaza se le considera como la plaza principal de Chucuito.

Pero comenzando nomás la plaza hay un reloj solar de piedra, que marca la hora según la sombra que cubre su parte inferior. Se instaló con el objetivo de que la población estuviera permanentemente informada de la hora.



Pero en la época colonial era conocida como la picota, pues era el lugar desde donde se leía y proclamaba las leyes, disposiciones y ordenanzas, también desde donde se anunciaba y se daban castigos públicos para escarmiento de la población.

Es una gran piedra de forma tubular colocada perpendicularmente al suelo sobre una base circular de piedra tallada y cuatro gradas de piedra. Si vemos con detalle la piedra veremos que tiene tallados onduladas en bajo relieve de forma longitudinal de aproximadamente 1.20 m. de largo.



Avanzando un poco más, casi al centro de la plaza se encuentra una pileta de piedra. Es muy común ver en las ciudades antiguas estos vestigios que son símbolos de la importancia que tuvieron en su momento y que trasciende hasta nuestros días.



Terminando la plaza antes de llegar a la Iglesia de Nuestra Señora de La Asunción encontramos un arco frontal grande de estilo renacentista del siglo XVI. A los costados se puede observar varios arcos de menor tamaño.  Por su belleza y lo que representa para el Perú de hoy la Iglesia fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación en diciembre de 1,972.



Pero antes de llegar al arco grande de entrada, casi al pie de las escaleras vemos la Cruz de la Inquisición, hecha de piedra. Allí se ejercía la justicia religiosa, con la cual se intentaba eliminar la religiosidad del pueblo Aymara-Lupaca y a todo aquel que se les acusaba de herejía. La escalinata que asciende al atrio muestra las piedras talladas extraídas de las construcciones Incas, habiendo ubicado una de mayor tamaño al centro de la primera fila, posiblemente para que desde allí se ofreciera el servicio religioso o adoctrinamiento a la población.



La Iglesia de Nuestra Señora de La Asunción está ubicada lateralmente y logra cerrar todo el atrio con una arquería más pequeña lo cual permitía la concentración de gran cantidad de indígenas a los cuales se les inculcaba masivamente la religión católica. Presenta en las fachadas lateral y frontal un estilo renacentista y en ella  se venera la imagen de la Virgen de la Asunción, siendo su fiesta el 15 de agosto.  Pegada a la pared del templo, al lado izquierdo se encuentra la Cruz Misionera, de color verde.



Una vez  dentro del atrio encontramos  La Cruz de Catequesis, tallada en piedra y con las efigies de la Virgen María y el Apóstol Juan, cuyas cabezas han sido voladas. Los estudiosos señalan que junto a ella se realizaba el adoctrinamiento de la población indígena con la finalidad de ser bautizados, siendo la Cruz de la Catequesis el monumento más significativo de la evangelización.

 
Las columnas y arcos de la época colonial que forman el atrio de la iglesia muestran las huellas del paso de los siglos y se resisten a las inclemencias de la naturaleza y del tiempo como mudos testigos de la grandeza del pasado de este distrito. Cuantas personas al igual que yo habrán utilizado los arcos como  un mirador perfecto  para tener  una vista muy bonita del Lago Titicaca.


Sobre el origen del nombre leí que existen dos versiones.  Una que proviene de la palabra aymara “Chuco” que significa “manto o manta” con la terminación “ito”  que se usa para los disminutivos, entonces seria “manta pequeña”, prenda que usan las mujeres para cubrirse la cabeza.  La otra versión señala que su origen estaría en dos palabras aymaras, “Chuki” que significa “oro” y “Witio” que significa pedazo de tierra que penetra en el río, uniendo se podría deducir como “colina de oro”.

A un costado de la Iglesia de Santo Domingo se encuentran las ruinas de Inca Uyo, considerado un ushno o centro ceremonial de unos 200 metros.



La entrada tiene como guardianes a dos falos de piedra.



Y en su interior en se encuentran más de 50 piedras en forma de falos de diferentes tamaños.

 
Debido a esta particularidad el lugar tiene muchas historias sobre su naturaleza, una de ellas dice que sirvió para anunciar los solsticios y equinoccios, con lo cual ayudaban a los antiguos peruanos en sus actividades agrícolas.
Otra historia dice que Inca Uyo fue realmente un Templo Inca dedicado a la fertilidad de la tierra para agradecer al sol y la naturaleza por el milagro de la reproducción agrícola. Cuando el falo de piedra está enterrado cabeza abajo, rinde tributo a la tierra o Pachamama, y si está colocado por el otro extremo rinde tributo al dios Sol que adoraron los incas.


Sin embargo muchos pobladores de Chucuito lo consideran como un templo dedicado a sanar la esterilidad femenina. Son muchas las historias de Inca Uyo referidas a mujeres que recobraron la fertilidad perdida. Las mujeres estériles tenían que traer nueve hojas de coca y chicha de maíz morado, se sentaban en el falo y echaban la chicha: si dicho líquido iba a los costados no podía tener hijos, y si iba al centro tendría hijos.



Después de leer un poco más sobre este lugar leí un artículo en donde indicaba que estudios del Instituto Nacional de Cultura demostraron que el templo Inca Uyo fue creado a iniciativa de un poblador de Chucuito con la finalidad de atraer a los turistas y generar ingresos para esta localidad. Los elementos colocados en Inca Uyo como falos de piedra eran los amarres de los techos de paja que se usaban en la época de los incas. Los pobladores llevaron los “falos” de las casas antiguas de Chucuito al Templo Inca Uyo, y es allí cuando se inicia la popularidad del santuario.  La entrada tiene un precio de  S/.2.00.

Basta recorrer los pueblos del Perú para darse cuenta que están llenos de historias, leyendas y mitos, algunos inverosímiles, pero es parte de la idiosincrasia de cada lugar y de sus creencias. Cada visita me sorprende con algo nuevo, con algo desconocido, con algo inimaginable.

En el lugar se encuentran buenos hospedajes con todas las comodidades que el turista requiere.

Este viaje lo realicé en junio del 2,012 por eso cualquier dato podría haber cambiado a la fecha.





 



viernes, 17 de octubre de 2014

LARAOS: UN BUEN DESCANSO.


El último pueblo que conocí en mi viaje a la Reserva Paisajista Nor-Yauyos Cochas fue Laraos, un lugar que me dejó muchas anécdotas algunas de las cuales relataré a continuación.

Luego de estar en Miraflores y haber subido a la ciudad perdida de Huaquis contratamos al mismo chofer para que nos lleve hasta Laraos.

Laraos es uno de los 33 distritos de la provincia de Yauyos y se encuentra ubicado a una altitud de 3,310 mnsm.  Es un pueblo milenario cuyos orígenes  se encuentran en las alturas de la Cordillera Occidental de los Andes donde existía un pueblo  conocido con el nombre de Sinchimarka que significa “Pueblo guerrero”, después de duras batallas fue conquistado por el Inca Pachacútec.  Con la conquista española y de acuerdo a la nueva demarcación política los habitantes de Sinchimarka son obligados a trasladarse a la actual ubicación con el nombre de Santo Domingo de Cocha Laraos.

Tomamos el camino que conducía a Laraos, Carania y LLapay.  El viaje se desarrollaba con normalidad y disfrutaba del paisaje. 



Según los historiadores el nombre  es un derivado de la palabra del idioma jaqaru “Laraupugio”.  Este idioma se hablaba en la provincia de Yauyos, en donde “Larau” significa pedregón  y “pugio” significa puquio, de tal manera que uniendo los dos vocablos se podría decir “puquial en el pedregón”.  Con el tiempo se transforma solo en “Laraus” es decir pedregones y más tarde queda finalmente como Laraos, la cual fue reconocida el 2 de setiembre de 1,938.

Luego llegamos al centro poblado de Llapay. Es un lugar pequeño conformado por un grupo de casas apostadas a los costados de la carretera,  se observa un gran movimiento porque aquí se encuentra a cualquier hora, movilidades que nos pueden trasladar a los diferentes pueblos de la reserva paisajística. De hecho el día anterior salimos de Huancaya  hasta este lugar y aquí contratamos movilidad que nos llevara a  Miraflores.



Después de pasar por LLapay llegamos a un lugar donde la carretera se divide en dos caminos:  uno  que sube al distrito de Laraos y otro que baja al distrito de Carania.



Como era lógico para las intenciones de nuestro viaje tomamos el camino que conducía a Laraos. El camino es de subida y se encuentra en muy buenas condiciones, no hay pretexto para no ir. Un cielo de un  color azul intenso presagiaba un buen viaje y una buena estadía.



Después de 2 horas de viaje llegamos a un lugar donde un cartel al borde de la carretera nos avisa que estamos a 500 metros de los andenes de Laraos.



Desde aquí se observaban los andenes y a lo lejos las casitas del pueblo.



Laraos es un pueblo que se caracteriza por sus andenerías que datan de épocas muy remotas. Aquel sistema tan antiguo que utilizaron los agricultores de muchos pueblos del Perú con el objetivo de ganar terreno  a las laderas de los cerros formando grandes escaleras  que permiten formar bases planas donde cultivar y cuyos andenes son  usados hasta nuestros días.



Habíamos dejado atrás una carretera sinuosa para ascender hasta los 3,310 msnm. Estábamos muy cerca de entrar al pueblo y la emoción me invadía al saber que se estaba cumpliendo el último objetivo del plan de ruta inicial.



Pero una puerta metálica en plena carretera nos impedía seguir. Bajé del auto para quitar el cerrojo y abrir la puerta.



Después de pasar el auto nuevamente la volví a cerrar y ahora si no había nada que impidiera la llegada. En estos momentos que escribo este relato no recuerdo haber visto un caso similar.



El carro nos dejó a dos cuadras de la plaza principal, solo hasta allí llegan los autos que llevan turistas.  Caminamos con nuestras mochilas al hombro con dirección a la plaza principal. Para mi sorpresa la plaza era toda una base de cemento y piedra en donde no había árboles ni bancas para descansar.



Otro dato curioso es que la iglesia que data del siglo XVIII se encuentra en forma longitudinal a la plaza de tal manera que la entrada principal se encuentra en la calle adyacente. La construcción es de adobe contando con una torre que sirve de campanario y una fachada central. La puerta estaba entreabierta y cuando asomé por allí vi que el interior estaba vacío y con operarios trabajando en su reconstrucción.



La parte central tiene en el exterior una puerta grande con dos cruces a cada costado. La forma de las cruces son muy originales, la barra horizontal se encuentra apoyada sobre la base de dos columnas. Primera vez que veo una cruz así, busqué en internet alguna referencia sobre este tipo de cruz pero no encontré nada. Pero algo aprendí sobre  la cruz romana: Tiene dos partes, la primera es un madero vertical que se clavaba en el suelo llamado stipites y la segunda es un travesaño horizontal que se unía en la parte superior llamado patibúlum.



Casi al extremo de la plaza se encuentra un sombrero gigante.  Viéndolo bien puede ser utilizado como un escenario desde donde se puede llevar a cabo actuaciones o presentaciones.

 
Como lo dije en mis relatos anteriores sobre mi viaje a los pueblos de la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas lo más difícil es conseguir un lugar donde dormir cómodamente y donde comer bien.  Estos pueblos todavía están en desarrollo y no existe una infraestructura adecuada con servicios mínimos al turista.

En la municipalidad encontramos el albergue municipal pero no nos gustó de tal manera que como responsable de haber organizado el viaje  me dediqué a caminar buscando un lugar donde dormir mientras mi primo y mi hermano descansaban del largo viaje. Preguntando recibí la indicación de que en las afueras se había construido un nuevo hospedaje turístico.
 

Mientras subía por las calles empedradas que más que calles parecían escaleras, no pude dejar de sorprenderme de los anuncios que tenían las casas. Por ejemplo un madero sobre la puerta de una casa decía: “Feliz hogar de los esposos Crisogono Gago y Mariam Bautista. Laraos, 13 de Octubre de 1,957. Recuerdo de sus hnos.”


Otra casa tenía dos avisos colgando de ella, uno tenía dentro la figura de una llama y decía: “Venturoso hogar de los esposos Alcibiades Beltrán S. y Floresmila Conde L. Laraos 19 de Noviembre 2001. Recuerdo de su Hno. José Luís Conde”.


El otro aviso que tenía dentro la figura de una paloma decía:  “Venturoso Hogar de Alcibiades Beltrán S. y Floresmila Conde. Rdo. de Emilio Rodríguez y esposa. 19-11-01”.

Es costumbre muy antigua que después del matrimonio, los nuevos esposos reciben presentes en forma de carteles pintados a mano por los familiares de la esposa, los cuales son colgados en los exteriores de la vivienda.

La casa contigua tenía un aviso con una ave de alas abiertas como si estuviera volando que decía: “Feliz hogar de los esposos ….”.



En la parte alta del segundo piso de esta casa vemos un cartel de bienvenida que dice: “Bienvenidos a este hogar de la familia Flora Branez Y.- Francisco Rodríguez M. Sto. Domingo Cocha Laraos-Yauyos. Recuerdo de … “



Pero no todas las puertas tienen carteles haciendo referencia a los esposos. En la puerta de calamina de esta casita han pintado haciendo referencia al dueño, dice: “Casa de José, el kinconde”.


Otras puertas tienen no solo el nombre original sino el sobrenombre con el cual es conocido el dueño,  como por ejemplo esta puerta que dice: “F. Sánchez. Toño. “



Y otras casitas tienen pintadas la puerta  con figuras de personajes cómicos y el techo pintado con figuras de palomas y flores.
 
Esta casa cuyas paredes eran toda de piedras tenía la puerta pintada con un aviso que me imagino  hará referencia a la situación de la persona que habita la casa o será un anuncio o invitación, decía:  “Solo”.


Estos afiches los encontré caminando por las calles que me conducían en busca del lugar donde pasar la noche. Si hubiese recorrido todas las calles seguramente me llenaba de fotos, pero para muestra es suficiente.

Por fin después de tanto subir llegue al hospedaje turístico.  No me gusta recomendar hoteles ni hospedajes porque generalmente hay de todos los precios y para todos los gustos, pero después de lo que sufrimos en los días anteriores este lugar es un paraíso. Lo recomiendo, es un lugar con todas las comodidades para un buen descanso.



Los cuartos del hospedaje por un lado en lugar de pared tienen unas grandes mamparas con vista a la laguna de Cochapampa, lástima que estaba seca pero en época de lluvias debe ser una vista espectacular. Definitivamente una concepción nueva de construcción hoteleta que dará que hablar.



En época de lluvias se forma la laguna llegando a tener una extensión de 1.50 km en promedio y en época seca se convierte en la explanada de una cancha de futbol, donde los jóvenes disfrutas de sus pasiones futbolísticas. Desde las alturas diviso los arcos de futbol clavados en el medio de la laguna.



Salimos del pueblo por un sendero de carretera afirmada con destino a las cataratas de Yuncalara.

  Una capillita en el camino.

Nos habían dicho que la catarata Yuncalara se encontraba en un desvío de la carretera pero no sabíamos exactamente a que altura. Habríamos caminado media hora y ya escuchábamos el ruido característico del agua cuando cae y transita raudamente.  Salimos de  la carretera y nos internamos por un pequeño cañon, cada vez se escuchaba más fuerte la caída del agua y era solo cuestión de tiempo para encontrarla.

 
Trepamos por una pendiente rocosa, giramos a la izquierda y encontramos la catarata. Levantamos la vista y vimos una caída de agua de aproximadamente 60 metros de altura.

 

Seguimos trepando peligrosamente por las rocas hasta llegar a la altura de la mitad de la catarata desde donde se tenía una gran vista de todo el entorno.

Las aguas que caen por la catarata siguen su curso hacía abajo donde son canalizadas para llegar a las zonas de cultivo del pueblo.
Después de conocer la catarata de Yuncalara iniciamos el regreso por el mismo camino afirmado y en veinte minutos nuevamente nos encontrábamos muy cerca del pueblo.
Cruzamos  el pueblo y nos dirigimos al otro extremo para conocer el mirador de andenes.


Ahora comprendo por qué en la plaza principal no hay bancas para descansar, este es el lugar ideal para hacerlo.


En este mirador que tiene una vista impresionante de toda la andenería de Laraos departía amenamente con mi hermano Carlos y mi primo Leo, recordando las anécdotas de los días anteriores y con un poco de pena porque el viaje llegaba a su fin, pues al día siguiente iniciaríamos el camino de regreso a Lima.
Queríamos perennizar el momento con una foto pero no sabíamos cómo hacerlo. Vimos una señora campesina con su lampa en la espalda que llegaba de su faena agrícola hasta el pueblo posiblemente a descansar, no nos quedaba otra opción que pedirle que nos tome una foto.


 
En un comienzo creía que la foto iba salir mal, tomó una foto y cuando la vi observé que estaba bien centrada. No me quedó otra que tomarle una foto mientras se iba a su casa. Después reflexione y me pregunté: cuantas veces esta señora habrá tomado fotos a los turistas? Yo era seguramente uno más que le pedía ese favor.



Habíamos contratado los servicios del mismo chofer para que nos recogiera al día siguiente en Laraos y nos llevara con destino a Yauyos. Según lo acordado a las 6.00 am estábamos en el lugar acordado. El sol ya había asomado y dejaba ver la luna llena en el cielo, era como ver una esfera blanca en un manto azul.


 
El tiempo pasaba, habíamos perdido comunicación telefónica con el chofer y teníamos necesidad de regresar ese mismo día a Lima. Después de deliberar las acciones a seguir decidimos iniciar el camino a pie.  Cargamos nuestras mochilas al hombre y comenzamos la caminata, la cual calculamos que en el mejor de los casos nos iba llevar unas tres horas de camino parejo.
 
Mientras bajábamos lamentándonos por la situación a lo lejos vimos la llegada del auto y la alegría nos volvió al rostro.
Ahora había que poner el carro en sentido contrario, lo cual era difícil por lo angosto de la pista, felizmente la destreza del chofer acostumbrado a estos caminos le permitió maniobrar el vehículo hasta ponerlo  de vuelta.


Nuevamente la puerta en el camino había que abrirla y en esta oportunidad lo hizo mi hermano Carlos.


Seguimos bajando hasta  ver los caminos entre grandes peñascos que era una característica de gran parte de la ruta.

Cada vez aparecían más casas y era señal de que nos acercábamos al final de nuestro viaje.



Este ganado en la pista nos impedía continuar, era como si el destino tratara de retenernos unos instantes más en estos lindos parajes, pero era solo una ilusión, el viaje llegó a su fin.



Este viaje lo realicé en  noviembre del  2,013 cualquier dato puede haber cambiado a la fecha.