sábado, 27 de febrero de 2016

QUISTOCOCHA: UNA PLAYA EN LA SELVA.


Del centro de Iquitos abordé una mototaxi con destino a un lugar muy de visita obligada para los visitantes a Iquitos. Este lugar es conocido popularmente con el nombre de Quistococha. Se accede a ella por una excelente carretera flanqueada por hermosas palmeras de aguaje y otros árboles nativos, un hermoso escenario de verdor que nos recuerda que estamos en la selva de Perú. Si seguimos por esta carretera llegaremos a Nauta.

 

En la ciudad de Iquitos el medio de transporte más común son las motos unipersonales y para el traslado de las personas son las mototaxis. En esta región donde hace tanto calor la mototaxi es un vehículo recomendado, su carrocería casi descubierta permite que el aire natural rebote en el rostro sintiendo una agradable frescura. También existen autos pero las pistas generalmente son llenadas por las motos.
 



Este destino turístico se encuentra muy cerca de la ciudad de Iquitos, a solo 12 kilómetros del centro de la ciudad, a la altura del kilómetro 6.30  de la carretera que conduce  a Nauta, el cual se cubre aproximadamente en media hora. Su extensión comprende unas 370 hectáreas en medio del bosque amazónico.
Como dije líneas arriba las motos es el vehículo de transporte de todo iquiteño. En Quistococha, en lugar de un parqueo de autos lo que encontramos es un parqueo de motos.

 
Finalmente llegue a la entrada del “Complejo Turístico Quistococha”, nombre oficial con el que se le conoce a este lugar de descanso, relajo y diversión. El horario de atención es de lunes a domingo de 8.00 am  a  5.00 pm y para ingresar se tiene que pagar S/. 3.00.
 
 
En cuanto se traspasa la puerta de ingreso al lado izquierdo se encuentra un pequeño pasaje en donde se han escritos algunos mitos y leyendas de la selva iquiteña en español e inglés.





A continuación transcribiré algunos de ellos.
 
 
Origen del nombre de la Laguna de Quisto Cocha: Los ancianos del lugar cuentan que en el centro de la laguna hace mucho tiempo existía una isla conformada por árboles que en sus ramas albergaban unos guacamayos (papagayos) de color azul y rojo. Cada vez que sucedía una desgracia cerca al caserío, los guacamayos gritaban y toda la selva se movía. Al ver que esto pasaba los nativos se asustaron. Trajeron un sacerdote para que oficiara una misa y al terminar el ritual el clérigo arrojó un crucifijo, en ese mismo instante las aguas se agitaron y la tierra comenzó a temblar ante los pies de los nativos presentes en la ceremonia, quienes se acercaron temerosos y gritaron: Cristo Cocha !!! al mismo tiempo…..  Una gigantesca boa negra emergió de las aguas con movimientos ondulantes emitiendo un lúgubre silbido. Con el paso de los años el término “Cristo Cocha” pasó a ser “Quisto Cocha”. La laguna del encanto que usted amigo visitante conocerá el día de hoy.

 
La runa mula: En los caseríos de la selva, se escucha por la noches el relincho de una mounstrua y fantasmagórica figura, es la runa mula, que arrojando fuego por todos sus orificios cabalga con un jinete poseído sembrando el terror de los pobladores ribereños Según la creencia popular la runa mula aparece cuando existen amoríos entre dos personas casadas, las mismas que cometen el adulterio. Ante esto, se da una transformación inexplicable, de manera que la mula es la mujer y el hombre su jinete. Para conocer quién es la runa mula los pobladores del lugar esperan su aparición a escondidas, por lo general en noches de luna llena para dar un corte con machete al animal, así al día siguiente la mujer adúltera se dice que tendrá la herida del machete marcado en el cuerpo.

 
El Yacuruna: Dios mitológico de las profundidades de los ríos y lagos amazónicos, rapta bellas y sensuales nativas ahogándolas en placer; y convertido en un bello hombre, las conduce a su vivienda en las profundidades de las aguas para que nunca más regresen. Según la mitología amazónica. El Yacuruna es semejante al Dios Neptuno de la mitología griega. Sus súbditos naturales son los peces y reptiles acuáticos. Al dormir en el fondo de las aguas, jamás cierra un ojo.

 
El Barco Fantasma: En las noches de luna llena, surge de las sombras la siniestra figura de un barco que recorre los ríos de la Selva, en su interior hay luces, jolgorio y alegría, bacanales, orgías a bordo, esto sucede en una noche interminable de placer que el llegar el día se pierden en la nada; así seguirá viajando por la eternidad pagando culpas y pecados de los que se embarcaron y naufragaron en aquel barco.

El Mayantu: Duende con cara de sapo que habita en la Selva Alta, vive en gigantescos árboles, alberga su colosal figura mimetizada en la corteza de los árboles, ayuda al hombre necesitado, siendo el Mayantu el Dios del bien de la Selva.

El Rito del Ayahuasca: El Ayahuasca o “soga de los muertos” es un alucinógeno vegetal al que son atribuidos poderes mágicos, entre cánticos y bocanadas de mapacho, la ingestión del Ayahuasca va acompañado por vómitos y defecaciones (en ciertos casos), mientras obnubiladamente se cree percibir  al mal o daño sucedido. El Ayahuasca es una mezcla de magia y hechicería  de círculos esotéricos propios de la selva. El brujo Ayahuascuero es el curador de todo mal que existe entre el mito y la leyenda de la Selva Tropical.

 
El Huancahui: Ave semejante al gavilán que emite un sonido muy peculiar, posee poderes ocultos, capaz de devorar a la víbora más feroz. Se dice que si el brujo amazónico aprende el canto del Huancahui  dominará a todas las víboras y justo será; si fracasa al entonar el cántico de esta ave, acosado por las víboras morirá.

El Chullachaqui: Es un duende o demonio de la Selva cuyo nombre proviene del vocablo quechua chulla (desigual) y chaqui (pie); es decir, pies desiguales. Según la creencia popular, este duende selvático tiene la particularidad de transformarse en cualquier persona logrando engañar al poblador selvático, presentándose ante él como un familiar o un amigo, llevándoles por caminos equivocados, adentrándose más en la Selva;  la única forma de descubrirlo es mirando sus pies que él trata de esconder, porque cuando es descubierto huye por la maraña de la Selva.

 
El Bufeo colorado: Es una especie de delfín con características muy singulares, especialmente, por su color rosáceo y por su gran tamaño. Es menos evolucionado que los otros delfines del río o mar. Según la creencia popular, este mamífero acuático es considerado como un brujo o hechicero que sale a Tierra convertido en un apuesto joven para raptar mujeres y llevarlas a las profundidades de las aguas donde mora. También se dice que al salir de visita lleva puesto un sombrero para tapar su enorme nariz.

La Tanrrilla: Es una ave pequeña de la Selva Amazónica y de patas largas que vive cerca a las orilla de los ríos. Mientras está quieto su plumaje es de color oscuro, poco atractivo, pero si abre sus alas se nota una combinación  hermosa de colores grises, blancos y negros. Según la creencia popular, el huesito de su pata es utilizada como hechizo de amor, si miras a través de ella a la persona amada, esta, queda totalmente prendado (a) de ti.

La Sachamama: Se cuenta que la Sachamama es un  boa de tierra, de gran tamaño. Sobre su cuerpo ha crecido vegetación, de tal manera que queda camuflada a la vista del hombre y animales de la Selva, quienes confiados se acercan y reposan muchas veces sobre ella, para luego ser devorados por el gigantesco ofidio.
 
El Yanapuma: En quechua quiere decir “puma negro”. Está comprobado científicamente que el Yanapuma es un caso de melanismo en el otorongo; es decir, que son animales con exceso de pigmentación negra, por lo que son muy raros. Esta rareza ha llevado a que el hombre selvático crea en él y que el Yanapuma posee poderes demoniacos, hipnotizando a sus víctimas antes de devorarlos.

 
 
El lagarto negro: Es el cocodrilo amazónico de mayor tamaño, alcanzando algunos adultos  a medir hasta 8 metros de longitud, siendo una especie voraz y agresiva ; lo que se cuenta en torno a él es  un sinfín de leyendas que le atribuyen poderes sobrenaturales entre los pobladores de nuestra Selva.
 
 
El Ayaymama: Es una avecilla de la Selva cuyo nombre tiene origen onomatopéyico por el sonido que mantienen; al trinar semejan un lúgubre “ay ay mama”. La historia cuenta que el Ayaymama antes de ser aves eran dos niños, un hombre y una mujer, que fueron abandonados por sus padres en la espesura de la Selva. Con el pasar de los años iban creciendo sus plumas hasta ser convertidos en dos pajaritos; es así que su canto es un reclamo a sus padres.

El motelo mamá: es una gigantesca tortuga madre de todos los quelonios de la selva amazónica, que permanece inmóvil por mucho tiempo, creciéndole sobre su cuerpo plantas, logrando engañar a sus víctimas  que sin lugar a dudas se acercan sin temor. Cuando se mueve provoca movimientos de tierra y agua que se asemeja a un pequeño cataclismo. Se dice que su tiempo de vida es infinita, se cree que existió siempre.

Yanulf y la Warmiboa: Dioses olvidados que emergen de las profundidades de la laguna de Quistococha y realizan la danza ritual de la anaconda o madre del agua. “El Janulf” dios mitológico de potentes músculos y pómulos salientes, ama a los ofidios  sus hijos. “La Warmiboa”, bella nativa mitad mujer mitad boa, realiza una danza sensual, frotando a la serpiente por entre sus piernas y las ama noche y día.

También dentro del complejo encontramos un pequeño zoológico con algunas especies nativas de la selva.
 
 
Entre ella destacan los paiches, un cartel nos indica algunas características de este animal: “Pez de mayor tamaño de agua dulce sobrepasando los 100 kg. de peso.  Sin aparentes características externas para distinguir el macho de la hembra. Alcanza su madurez sexual a partir de los 4 años de edad, cuando tiene una longitud total entre 1.60 y 1.85 m. y un peso de 40 a 60 kg. Una hembra reproductora, desova un promedio de 1,200 a 4.500 larvas. Los paiches pequeños se alimentan de plancton, camarones e insectos, los adultos básicamente comen peces.  Su respiración aérea le obliga a salir a la superficie (boyada) cada cierto tiempo”.

En el estaque observé tres grandes paiches que aparte de destacar por sus tamaños llamaron mucho mi atención su color medio anaranjado que lograba distinguir a pesar de lo turbio de las aguas. Parecía uno de esos peces carpa anaranjados que vemos en los acuarios ornamentales pero en tamaño gigante.

 
Cualquier parte del complejo siempre es bueno para un descanso, para comer, para leer un libro o simplemente para mirar el paisaje, escuchando el trinar de las aves y el grito fuerte de los  monos y guacamayos.




Es un lugar a donde se puede ir solo o acompañado y disfrutar de gratos momentos.

 
Pero la especie que congrega la atención de todos los visitantes es el delfín.

 
Cuando se aglutina cierta cantidad de personas alrededor del estanque aparece una señora con una pelota de plástico la cual lanza a las aguas. Antes que la pelota caiga sobre las aguas emerge el delfín de las profundidades para con su hocico golpear la pelota devolviéndola al aire e impidiendo que la pelota caiga al agua. Es un juego que los espectadores, pequeños y grandes disfrutan, con expresiones de sorpresa, palabras de asombro y muchas risas.
 

 
Estos animales tienen como habitad las profundidades de los ríos amazónicos en los cuales es posible observar cuando salen a la superficie a respirar o cuando dan saltos en el aire.  Cuando navegaba en un pequepeque por el río Marañón desde Nauta a la Comunidad Miguel Grau, tuve la oportunidad de ver los delfines en su estado natural dando saltos por encima de las aguas del río. Un espectáculo sin igual.
 
 
La laguna Quistococha se encuentra rodeada de una playa de arena blanca conocida como “trunchi playa”. Comprende una extensión de 56 hectáreas y alcanza hasta 8 metros de profundidad. También encontramos algunas casitas típicas de la selva y en el otro extremo de la laguna las copas de los árboles ponen los límites a nuestra vista bajo un lindo cielo azul con ligeras nubes blancas.
 
 
Gran cantidad de visitantes encuentran en sus aguas un refrescante alivio ante el fuerte calor de la selva amazónica.  Mucha gente lleva sus comidas, otros hacen deporte jugando fulbito o vóley y no faltan los vendedores de golosinas y heladeros.
 




 
Tampoco faltan las chicas que con sus culebras en las manos ofrecen a los turistas la oportunidad de tomarse una foto y llevarse un recuerdo de su paso por tierras del oriente peruano. Como todo ser mortal no dejé pasar la oportunidad de tomarme una foto para perennizar este momento.

Lo que más abunda son los papagayos, aquellas hermosas y bulleras aves muy características de toda la selva amazónica. Tienen un pico grande de forma curvada y sus plumas son de colores muy intensos y llamativos, destacándose entre ellos los papagayos de plumas rojas con azules y los de plumas azules con amarillo.
 
 
Hasta aquí el relato corresponde a mi visita que hice en junio del 2,010.
Posteriormente en junio del 2,012 tuve la oportunidad de estar nuevamente en este complejo y algunas cosas en su interior habían cambiado pero la entrada seguía siendo la misma.

 
 
Después de trasponer la puerta se ha colocado un pequeño panel con datos generales del complejo y con un plano de todo el lugar, lo cual es muy bueno porque permite conocer y ubicar de antemano fácilmente los diversos ambientes del lugar.
 

Muchos de los senderos están flanqueados por árboles de aguaje. El aguaje es una de las palmeras más grandes y emblemáticas  de la selva peruana llegando a medir hasta 35 metros de altura. Crecen de forma silvestre en sitios muy húmedos, casi pantanosos conocidos con el nombre de aguajales. Su fruto tiene el mismo nombre, su cáscara es suave y presenta gránulos,  por dentro su pulpa es de un color amarillo muy intenso. Es considerada una fruta con muchas propiedades medicinales debido a la gran cantidad de vitaminas y minerales que posee, generalmente se consume en forma natural, jugos, helados  y refrescos.  En algunas etnias selváticas es considerado como el “árbol de la vida” o el “árbol del pan”, porque da de comer a los humanos y a muchas especies animales.

 
En un estanque sobre unos troncos observo gran cantidad de taricayas tomando sol. Una variedad de tortuga originaria de la selva peruana cuya característica son las manchas amarillas esparcidas por toda su cabeza. Los machos alcanzan un tamaño de 40 cm y las hembras pueden llegar a medir hasta 80 cm. Las hembras desovan de 20 a 30 huevos dos veces al año.

 
 
Conforme pasaban las horas el cielo rápidamente se iba llenando de nubes dando un ambiente sombrío a la laguna. No pasó mucho tiempo y se desató una terrible lluvia. La arena blanca terminó siendo mojada y los pocos visitantes de la mañana tuvimos rápidamente que buscar protección. En mi caso fue motivo para despedirme del lugar abordando una mototaxi  con destino al centro de la ciudad de Iquitos.
 
 
Lo que ya no había para tristeza mía y seguramente de muchos de visitantes era la presencia del delfín rosado, considerado por mí como la mejor atracción del lugar. Tampoco estaban los escritos de los relatos de las leyendas y mitos de la región que pude leer en mi primera visita, los cuales traduje líneas arriba. En su lugar las paredes estaban pintadas de blanco, pero guardo la esperanza de haya sido así para darles mantenimiento y pintarlas nuevamente.
 
 
Dentro del complejo se encuentran muchos restaurantes, todos ellos de construcción rústica y en se expende los ricos potajes de la culinaria selvática.  Puedes comer tacacho con cecina, juanes, patarashca, plátanos o chorizos fritos y cualquier otro plato de la gastronomía de la selva. También hay restaurantes en los exteriores del complejo.
Antes de llegar a Quistococha también se puede hacer una parada en el criadero de manatíes. Se encuentra en la ruta y dentro de ella se puede conocer el proceso de vida de este mamífero, sus características y enterarnos que se encuentra en peligro de extinción.




Darles de comer es una experiencia inolvidable.
 
 

La selva es así, cambiante, misteriosa, en un momento puede estar con un sol fuertísimo y a los pocos minutos desencadenarse una feroz lluvia. El ánimo y atención de los pobladores de Iquitos es única, mantienen vivas sus costumbres y tradiciones, como debe hacerlo todo aquel que es orgulloso de su pasado. Ni que decir de sus atardeceres, los mejores que he visto. Sin comentarios.