domingo, 29 de septiembre de 2019

CAMPOSANTO DE YUNGAY: RECUERDO, DOLOR Y PAZ.


En la vida hay hechos y momentos que quedan gravados para siempre, recuerdos que traemos a la mente cuando queremos o llegan involuntariamente al evocar momentos pasados. Son vivencias personales como tal vez una fecha importante o una acción sorprendente que para nosotros tiene un significado especial. Y lo mismo pasa con recuerdos que si bien no son personales son importante para la sociedad en que vivimos, como país amante del fútbol no hay mejor ejemplo que el recuerdo de un triunfo del equipo peruano de fútbol, una jugada genial o un gol histórico.

Hoy quiero escribir sobre un lugar que para los peruanos tiene un significado especial porque trae a la memoria los recuerdos de la tragedia natural más grande que registra la historia. No solo por el número de personas desaparecidas sino por lo que significó en su momento. Me refiero lugar conocido como el “Camposanto de Yungay”.




Desde siglos atrás se sabía que el pueblo de Yungay y especialmente su plaza principal era la más hermosa de todo el Callejón de Huaylas, así lo dicen diversos escritos y testimonios de personas que la vieron. Era una pequeña plaza con altas palmeras y hermosas flores de diversos colores, que tenía como fondo la silueta el impresionante nevado “Huascarán”.

Cuando el sabio Antonio Raimondi recorrió los pueblos del Callejón de Huaylas, fiel a su estilo a cada ciudad que llegó le puso una descripción adicional, de acuerdo a la impresión que sintió en ese momento Es así, que por ejemplo a Recuay le puso “ladronera”, a Huaraz “soledad”, a Carhuaz “borrachera” y a Caraz “dulzura”. Pero cuando llego a Yungay quedó tan impresionado por la belleza del pueblo que no tuvo más palabras que decir: “Yungay hermosura”.

El antiguo pueblo de Yungay, el pueblo que vio Antonio Raimondi fue arrasado por un aluvión que lo desapareció literalmente del mapa. El lugar donde estaba el antiguo pueblo de Yungay es lo que se conoce como el “Camposanto de Yungay”.

Lo que hoy conocemos como Yungay es un nuevo pueblo situado en un lugar cercano al anterior. Hoy el pueblo se erige en una ubicación protegida por si algún día se repite un aluvión, pero sin resistirse ni apartarse de su tradición de estar a los pies del nevado Huascarán.

Se localiza sobre los 2,800 msnm a 57 km de la ciudad de Huaraz capital del departamento de Ancash y a 15 km de la ciudad de Caraz capital de la Provincia del Santa dentro del mismo departamento de Ancash.

En la actualidad la ciudad de Yungay hace honor a su apelativo y sigue siendo hermosa, la plaza principal como en antaño está llena de flores de diversos colores y altas palmeras.





La ruta que comprende de Huaraz hasta Caraz la cubren líneas de vehículos tipo combis. En el trayecto pasan por los pueblos de Monterrey, Tarica, Anta, Marcará, Carhuaz, Tingua, Mancos, Ranrahirca, Yungay y Caraz entre otros. En esta ruta lo recomendable es ir al lado derecho para poder apreciar los picos nevados de la Cordillera Blanca.

Si hacemos el viaje desde Huaraz recorreremos los 57 km en aproximadamente 1.30 horas dejándonos la combi en las puertas del Camposanto, eso sí, hay que avisar al chofer de lo contrario el carro avanza hasta el terminal terrestre de Yungay. El lugar se encuentra al lado derecho de la carretera y el costo del pasaje es 5 soles.

Si hacemos la ruta desde Caraz, la combi se aborda en el terminal y los 15 km se cubren en aproximadamente 25 minutos. En este caso, el Camposanto se encuentra al lado izquierdo de la carretera pasando Yungay. Los choferes generalmente solo llevan al terminal de Yungay, aquí se estacionan un tiempo largo hasta llenar el carro con los pasajeros restantes y parten rumbo a Huaraz sin parar en el Camposanto. El costo del pasaje es $/. 2.50.

Una vez en el terminal de Yungay debemos abordar un taxi o un mototaxi para que nos traslade hasta el Camposanto que se encuentra a 2 km de distancia aproximadamente. El costo de pasaje en mototaxi es S/. 3.00 y el carro S/. 5.00.

Al llegar a la caseta de entrada se debe hacer un pago por derecho de ingreso el cual asciende a $/. 4.00 por persona. Luego unos metros más allá se encuentra la verdadera portada de ingreso al Camposanto, el cual consta de una alta pared sobre dos grandes arcos.




Este año fui para fiestas patrias y con gran alegría y sorpresa pude ver que el lugar esta renovado, lo han puesto en valor. Me alegra mucho esta situación porque ahora tiene un buen ornato, luce limpio, bien cuidado, con asientos de piedra para descansar, con señalizaciones y paneles explicativos de las cosas más importantes. 




Con motivo de las fiestas patrias las piedras que guían el camino y la parte baja de los tallos de las palmeras han sido pintadas con los colores patrios rojo y blanco. Está bien pintar las piedras, pero los árboles no. En otras épocas que fui el lugar lucía abandonado.




Podemos apreciar un panel muy cerca de la entrada en donde se hace un resumen de lo sucedido. El título dice: “Campo Santo de Yungay. La única ciudad sepultada por un alud en el Perú”.




Un día domingo, 31 de mayo de 1,970, a las 3.23 pm un fuerte terremoto de 7.8 en la escala de Richter sacudió la tierra del Callejón de Huaylas. Según los datos oficiales el epicentro fue en el mar a una profundidad de 64 km y a 44 km de la ciudad costera de Chimbote. A pesar de la distancia las ondas del movimiento telúrico llegaron a todos los pueblos del Callejón de Huaylas.

El terremoto aparte de ser fuerte fue largo, tuvo una duración de aproximadamente 45 segundos, situación que originó el resquebrajamiento y posterior caída del pico de la parte norte de nevado Huascarán. Una gran masa de hielo y lodo descendió de las alturas a gran velocidad y en solo tres minutos llegó a la ciudad arrasando con personas, animales, viviendas y todo lo que encontró a su paso. Por esa época las casas de los pueblos de la sierra peruana eran construidas con adobes y podemos imaginar los desastres que ocasionó un terremoto de esta magnitud.




Un sobreviviente dijo: “… Sentimos un tremendo ruido que se presentaba de ambos lados, el ruido se asemejaba al de muchos aviones, no sabíamos por donde venía ni que pasaba, en esos momentos no nos acordábamos del Huascarán. Finalmente vimos el aluvión de lodo completamente negro con más de 40 metros de altura que avanzaba botando chispas de distintos colores … “

Unos días antes había llegado a Yungay un circo chileno itinerante llamado “Verolina” que había armado su carpa en el estadio que se encontraba en las afueras del pueblo, a una distancia aproximada de 700 metros del centro de la ciudad. Justamente a esa hora del aluvión cerca de 300 personas en su mayoría niños se encontraban dentro del circo o en los alrededores esperando el inicio de la función matinal.

El relato de un niño de 11 años sobreviviente dice: “…Las personas mayores empezaron a gritar “terremoto”, “temblor”. Todos salimos al centro del estadio. Cuando vimos que las paredes se habían caído, corrimos hacia el cerro Atma. Como éramos niños, cada uno salvó su pellejo, nos separamos todos. Mientras trepábamos vimos como el aluvión se llevaba el estadio. Todos los que corrieron con dirección a la ciudad murieron…”.  

Grandes rocas se encuentran dentro del lugar las cuales se precipitaron desde arriba con el aluvión. En una de ellas se distingue una placa conmemorativa develada en octubre de 1.981 en homenaje a los socorristas argentinos que perdieron la vida el 10 de junio del 1,970 cuando el avión bimotor Fokker se estrelló sobre el cerro Huaracocha mientras sobrevolaba lanzando fardos con víveres sobre los pueblos ancashinos de Vista Alegre y Congas.




En otra placa de mármol sobre otra enorme piedra se recuerda la caída de un avión ruso Antonov sobre las aguas del Océano Atlántico ocurrido el 18 de Julio de 1,970. El avión traía ayuda de la antigua Unión Soviética, URSS, y en ella perdieron la vida 23 personas entre ellos 9 tripulantes, 7 ingenieros y socorristas, más 6 médicos que venían a apoyar al país en estos momentos de desgracia. Solo se encontraron algunos restos del avión.




La placa es de abril del 2,014, tiene los escudos del Instituto Nacional de Defensa Civil del Perú y de Rusia. Es un reconocimiento póstumo a las 23 personas que murieron trágicamente y cuyos nombres se detallan al final de la misma. El mensaje de reconocimiento escrito en español y ruso, describe concisamente las acciones que motivaban a estas personas venir a ayudar al Perú en estos momentos de desgracia, terminando con el siguiente mensaje: “Acto solidario que vive permanentemente en el corazón de los peruanos”.




Casi al centro del Camposanto se levanta un monumento que perenniza el recuerdo y la memoria de todos los que perdieron la vida ese fatídico día. Se terminó de construir en 1,995 cuando se cumplía 25 años del desastre y entre laureles se lee: “En memoria a los caídos 1970”.




En diversas partes del camposanto hay cruces con los nombres de personas desaparecidas. Han sido colocadas por los familiares en ubicaciones que creen pudieron haber estado en el momento del aluvión, pero nadie sabe son seguridad donde estaban cuando sucedió el terremoto. Tal vez calculan que en esos lugares pudo haber estado la casa y dentro de ella se encontraban sus familiares.




Aquí un obelisco con tres mástiles en lo que fue la plaza principal de Yungay.





El recuerdo más impresionante de esta tragedia es la estructura oxidada de un ómnibus de transporte interprovincial. Los fierros retorcidos muestran la fuerza del aluvión. Si pudo hacer esto con una estructura de metal imaginemos lo que hizo con las casitas de adobe del pueblo y sus habitantes dentro.




Se dice que este ómnibus era de la empresa de transporte “Expreso Ancash” que en ese momento estaba estacionado en la plaza principal y que en la noche iba partir rumbo a la ciudad de lima, partida y viaje que nunca realizó por los designios de la vida.




Los carros salen a la venta en sus años de fabricación, al comienzo son carros del año que recorren las pistas llamando la atención de la gente y con el tiempo pasan a ser un carro común que ya no llama a la atención. Luego pasa a ser un carro vejo y si fue bien cuidado sigue recorriendo las pistas y nuevamente llamando la atención de la gente, pero esta vez por su antiguedad. Finalmente, el carro cumple su ciclo de vida y desaparece. Cada pieza es separada o vendido como chatarra.




En este caso particular el ómnibus no había cumplido su ciclo de vida útil, faltaba que recorriera muchos años más la ruta Lima-Yungay-Lima, trasladando personas y uniendo familias, llevando cosas y alimentos, uniendo a los pueblos y anunciando su llegada con el sonido de su claxon, pero el destino quiso que este hecho trágico marcara su final inesperado. Este carro a diferencia de otros permanecerá quien sabe por siempre a la vista de la gente.




En poco más allá encontramos los restos de un tanque de gasolina de un grifo que era propiedad de la familia Fernández.




En otro panel se observa lo que fue la plaza de la antigua ciudad de Yungay, con sus clásicas palmeras su pileta de hierro forjado y la portada de la iglesia al fondo.




Y otro panel nos muestra las cuatro palmeras de la plaza principal que soportaron el aluvión y quedaron de pie como mudas testigos de lo sucedido. La foto también nos muestra la magnitud del desastre, no quedó nada más de pie alrededor de las palmeras, solo escombros. Quizá si no hubieran permanecido estas palmeras de pie difícilmente se sabría donde quedaba cada lugar. A partir de ellas se pudo hacer los cálculos de la ubicación de calles y locales más importantes de la ciudad.




De las cuatro palmeras que quedaron de pie aquel 31 de mayo de 1,970 solo una de ellas queda viva, brotando sus hojas verdes casi 50 años después, las demás con el tiempo murieron Hoy se las reconoce porque la parte baja de su tallo fueron pintados de color celeste.




Teniendo como referencias las cuatro palmeras se soportaron el aluvión y los testimonios de los sobrevivientes se ha calculado por donde estaba cada calle. Un cartel nos indica que por aquí pasaba la calle jirón 2 de mayo.




Otro cartel nos dice que por aquí pasaba el jirón 28 de julio. El nivel verdadero del piso antes del sismo se localiza de 3 a 7 metros más abajo dependiendo del lugar donde nos encontremos.




Y por aquí el jirón Miguel Grau.




En otro lugar un panel nos dice que estos son los restos de la antigua iglesia del pueblo, llamada Iglesia de Santo Domingo de Yungay.





Aún se observan parte de los ladrillos con los cuales se construyó la iglesia.






Aquí el altar de piedra sobre el cual se celebra misa todos los 31 de mayo por el eterno descanso de todos los compatriotas muertos en el aluvión. Los visitantes no sabiendo de que se trata se suben encima de ella para inmortalizar el momento de su visita en una fotografía.




Después haber visto los restos del ómnibus, los restos de la antigua iglesia, del tanque del grifo de gasolina, las grandes piedras, la ubicación de las calles antiguas y las cruces, avanzamos por un largo camino flanqueado por grandes árboles de cipreses. 




Este largo camino silencioso nos invita a meditar sobre la tragedia, nos invita a imaginarnos como fue ese momento y por que no, a elevar una oración al cielo por el descanso eterno de todas las personas fallecidas cuyos restos descansan bajo los caminos que hoy pisamos.




Después el camino flanqueado de cipreses se termina y da paso nuevamente a un campo abierto que nos conduce directamente a una réplica de la antigua iglesia. 




No hay que ser muy minucioso para darse cuenta que esta supuesta réplica no se parece en nada a la antigua iglesia que se muestra en un panel de la antigua plaza de armas de Yungay.




Desde el arco de entrada se observa las dos cumbres nevadas que forman el majestuoso nevado Huascarán. La cumbre de la izquierda corresponde a la cumbre norte con una altura de 6,655 msnm y la cumbre de la derecha es la cumbre sur con una altura de 6,757 msnm.




Fue una parte de la cumbre norte la que después del terremoto se quebró y ocasionó el aluvión. Hoy podemos ver casi a mitad de la cumbre una mancha oscura que corresponde a las consecuencias del calentamiento global, el hielo se derrite con las altas temperaturas del planeta y nunca más se puede renovar el hielo perdido.




Si las grandes industrias del mundo siguen contaminando el ambiente con la emisión de gases tóxicos, de aquí a unos años el Huascarán, de ser considerado el nevado más alto del Perú pasará a ser solo un cerro más o en el mejor de los casos quizás el cerro más alto del Perú. A tomar conciencia.




No se tienen datos exactos de las pérdidas, pero la información que se considera como oficial, aquella que más se repite en todos los estudios e información es que murieron alrededor de 25,000 personas, debido a que Yungay era considerada la segunda ciudad más poblada de Ancash después de su capital Huaraz. En otras ciudades murieron cerca de 30,000 personas y 20,000 desaparecidos, haciendo un total de 75,000 pérdidas humanas de compatriotas. Por este motivo este terremoto es considerado el peor de toda Sudamérica del cual se tiene noticias y documentación.




Toda la costa y sierra de Ancash fue afectada con este terremoto. En Huaraz se estima murieron 10,000 personas y la ciudad destruida en un 97%.




En otro lugar, casi cerca al antiguo cementerio podemos apreciar un gran kero, en donde se ha dibujado y pintado las costumbres, la geografía y el arte de los pueblos del Callejón de Huaylas, especialmente de Yungay. El kero es un vaso ceremonial muy representativo de la cultura Inca.




Cuando uno entra al Camposanto lo que se hace es caminar hacía adelante. La imponente imagen del Huascarán, los caminos señalados y el sentido común nos dicen que debemos ir hacia adelante.




Después de pasear y llegar hasta la réplica de la iglesia damos media vuelta e inicamos el camino de regreso y es alli que nos volvemos a sorprender y logramos divisar el  antiguo cementerio de Yungay con su emblemático Cristo Blanco.




El diseño del cementerio es de una forma muy particular que no lo he visto en ninguna otra parte del Perú. Está conformado por varios torreones superpuestos uno sobre otro que a medida que se eleva cada torreón disminuye su diámetro permitiendo crear un espacio para que el visitante pueda caminar por todo el alrededor del torreón. Se accede a cada torreón por medio una larga escalera de piedra, que entre paso y paso nos lleva hasta la cima donde nos espera el Cristo Redentor.




La entrada al cementerio es un arco grande del cual nacen unas escalinatas con descansos en cada torreón para finalmente llevarnos hasta la parte más alta.




El cementerio fue diseñado y construido por el arquitecto suizo Arnoldo Ruska entre los años 1,882 y 1,903, en el cerro Huansakay.




La ubicación del cementerio, casi en la entrada de la ciudad, al otro extremo del nevado y su forma circular elevada como pirámide, permitió que las personas que a esa ahora visitaban a sus difuntos se pudieran salvar subiendo hasta la parte más alta.




El cristo fue obra del escultor yungaino Filomeno Melgarejo Malpica. En un Cristo de 10 metros de altura con las manos extendidas y un peso aproximado de nueve toneladas. Se encuentra sobre un pedestal mirando directamente al nevado Huascarán. Fue inaugurado el 16 de enero de 1,966.




Desde la parte alta se puede ver algunas tumbas alrededor del cementerio.




También desde la parte alta del cementerio, un cielo azul totalmente limpio, sin nubosidad, nos permite una vista impresionante del nevado Huascarán y todo el valle lleno de verdor. 




El reconocido y recordado fray mexicano que vivió muchos años en Perú y protagonizó muchas películas dijo al conocer este lugar y particularmente el cementerio: “En ningún lugar del mundo que he recorrido como artista y como fraile se me ocurrió morir, aquí si y me gustaría que me entierren, pero con una condición: que me dejen en el nicho dos huequecillos para aun de muerto seguir contemplando tanta belleza”. 




Dos periodistas japoneses en ese momento del aluvión se encontraban conociendo el cementerio, sacaron sus cámaras fotográficas y tomaron las primeras vistas del desbastador aluvión. También en la otra cumbre, en la parte sur del nevado se encontraban dos alpinistas japoneses los cuales lograron tomar una fotografía de una gran nube blanca de nieve, no era otra cosa que la masa de hielo que se deslizaba sobre la ciudad.




El Camposanto de Yungay fue declarado zona intangible el 12 de octubre de 1,977 por Resolución Suprema N° 005-77-ORDEZA. Los datos oficiales dicen que solo se salvaron aproximadamente 300 personas, en tres grupos, 92 personas en el cementerio, 25 personas en un cerro y un grupo numeroso de niños que se encontraban en el estadio muy cerca del circo. Muchos de estos niños fueron adoptados por familias del extranjero.
En la internet encontramos muchos escritos y fotografías sobre el tema los cuales me sirvieron para dar algunos datos en este escrito. No encontré una versión como oficial, creo no la hay. En esa época la tecnología y las comunicaciones no eran como lo son ahora. Las comunicaciones se trasmitían de forma oral y ya sabemos que de boca en boca a veces algunas cosas van cambiando.

En el pueblo de Ranrahirca que también quedó destruido por este sismo se encuentra el Museo de Arqueología, Antropología e Historia Natural de Ranrahirca. Allí pude leer lo que verdaderamente informaba el antiguo diario “La Prensa”, con reportajes y fotos desde el mismo lugar.




En esa época muchas de las carreteras no eran pavimentadas, solo eran senderos afirmados por donde en largos tramos solo pasaba un carro. Con el terremoto habían quedado destruidas y la masa se lodo en Yungay tardó más de un mes en secarse. Solo se podía ayudar por vía aérea la cual recién se pudo hacer efectiva después de dos días de ocurrido los hechos debido a la gran cantidad de polvo que se encontraba en los aires.

El terremoto y sus consecuencias tomó a la gente por sorpresa y sin saber que hacer. Nunca se había diseñado planes para afrontar situaciones de emergencias. Por eso, a los dos años, en 1,972 el gobierno peruano crea un Instituto Nacional de Defensa Civil y en el 2,011 se crea el Instituto Nacional de Defensa Civil INDECI con la finalidad de prevenir y preparar a la población ante sismos y desastres naturales. Cada 31 de mayo se recuerda con un simulacro de sismo a nivel nacional.
La narración y fotos corresponde a un viaje realizado en julio dl 2019. Algunas fotos corresponden a un viaje realizado en octubre del 2,011. Cualquier dato puede haber cambiado a la fecha.