domingo, 29 de octubre de 2017

SAN JUAN DE YACAN: CUNA DE LA CHIWADANZA


Desde Cerro de Pasco me embarqué en un ómnibus con destino a Yanahuanca, capital de la provincia de Daniel Alcides Carrión. Esta ruta es recorrida por autos y minivanes durante todo el día a partir de las 6 am. Había llegado al terminal terrestre de Cerro de Pasco a las 5 am y como es natural en este lugar hacía mucho frio. Mientras esperaba movilidad a Yanahuanca llegó el ómnibus que viene directo de Lima a Yanahuanca, algunas personas descienden aquí y otras como yo abordamos el ómnibus para llegar a Yanahuanca.

Después de casi dos horas de viaje estaba llegando a Yanahuanca., capital de la provincia Daniel Alcídes Carrión.  En el distrito de Yanahuanca se encuentra fácilmente hoteles y restaurantes, no serán de cinco estrellas y cinco tenedores, pero permiten descansar y saciar el hambre.

Uno de mis objetivos en este viaje era conocer el pueblo de San Juan de Yacan perteneciente al distrito de Paucar, uno de los ocho distritos que conforman la provincia de Daniel Alcides Carrión. Para ello me dirigí caminando hasta el puente que cruza sobre el rio Chaupihuaranga. La distancia desde la plaza principal hasta el puente es de aproximadamente unas ocho cuadras. En este puente se encuentran los paraderos de los autos con destino a los distritos de Paucar y Pillao.
 


Después de esperar casi una hora se completó el número de pasajeros y partimos con destino a Paucar. Es importante tener en cuenta que si uno quiere partir rápido puede pagar el costo de todos los asientos o en todo caso de los asientos que faltan llenarse, es mucho más cómodo que contratar los servicios de un taxi.
 


Salimos de la ciudad y avanzamos por un camino afirmado, un cielo despejado y un fuerte calor acompañan nuestro viaje.
 


Durante el trayecto se pasan por diversos poblados menores como Uspachaca en donde destacan casas antiguas construidas al borde del camino.
 


También pasamos por el centro poblado de Michivilca, Obsérvese la pequeña plaza principal con su iglesia de San Juan y al costo de la iglesia la antiquísima torre campanario.
 


El auto tenía como destino final el distrito de Paucar, pero yo iba a San Juan de Yacan, un pueblo que se encuentra antes de llegar a Paucar. Las inscripciones en una casa ubicada en el perímetro de la plaza principal me indica que estoy en: “San Juan de Yacan, tierra bendita, cuna de músicos y el chiwadanza”. Esta es una de las calles principales de la plaza y el desnivel es bastante, era una señal de que aquí tenía que subir y bajar por las calles.
 


La chiwadanza es un baile típico de este lugar también conocido con el nombre de Jaramuruy vocablo quechua que se  utiliza hacer referencia a la siembra del maíz, “jara” significa “maíz” y “muruy” significa “sembrar”. Es de origen prehispánico en donde se rinde culto al dios tutelar “Tayta Wamani”, dios de los cerros que protege al ganado y a la cosecha, enterrando ofrendas bajo la tierra o mamapacha en agradecimiento por la buena cosecha.

En el centro de la pequeña plaza del pueblo los yacaninos han construido una pileta artesanal que termina coronada con unos ángeles jugueteando con el agua.
 


En una de las calles que circundan el perímetro de la plaza algunos pobladores han puesto a secar el maíz. Aquí nadie está vigilando sus cosas, todo el mundo se conoce y nadie toca lo que no es suyo. Puedo apreciar maíz de diferentes colores, las señoras que me acompañaron en este viaje me indicaron los nombres de cada uno y para que era utilizado cada uno.



Podemos observar el maíz jora que sirve para hacer la chicha de jora. El maíz que lo muelen y hacen pan o sopas y otros tipos de maíz que lo tuestan y comen como cancha.
 


Desde aquí se observa la plaza principal del pueblo con su pileta central y sus jardines interiores con grandes pinos dentro de ellos. El desnivel de las calles nos indica que el pueblo se encuentra al pie de un cerro. Solo en el caso de la plaza se ha nivelado el piso y se han construido escaleras para igualarlo al nivel de las calles.
 


El motivo principal que me llevó a conocer este lugar es que en una oportunidad leí un comentario diciendo que aquí se encontraban cinco piletas muy antiguas que databan de la época pre-inca. No había más información en la internet, solo una foto acompañaba esta información.

En estos pueblos pequeños casi no hay gente en las calles, la mayoría se encuentra trabajando en las chacras, arando las tierras de cultivo. Me preguntaba en donde estarian esas piletas, como llegaria hasta ellas. Estaba alli y tenía que llegar de todas maneras hasta ellas.

En una de las calles del perímetro de la plaza vi a dos señoras sentadas en la puerta de una tienda. Me acerqué a ellas y les dije el motivo de mi visita. Las señoras de arranque nomás me dieron una mala noticia: Hace unos años atrás las ancestrales piletas habían sido convertidas en lugares de lavar ropa para la población. La noticia me cayó como un valdazo de agua fria.
 


Las señoras me indicaron por donde estaban ubicadas las piletas, pero seguramente al ver mi rostro de preocupación porque no entendía bien la ruta a seguir, se brindaron llevarme hasta donde se encontraban las piletas.
 

 
Iniciamos el camino subiendo por las calles del pueblo, calles angostas con casas antiguas de adobe sin pistas ni veredas, una pequeña hendidura en el medio de la calle sirve para que el agua de las lluvias discurra hacía abajo.
 

 
Llegamos a la primera pileta y en efecto era tal y como me la habían descrito las señoras. La antigua pileta ahora era un lavadero de cemento con tres caños. Las señoras me contaron que hace unos años atrás el agua brotaba naturalmente del subsuelo procedente de un puquio que se localiza en la parte más alta. El puquio es conocido con el nombre de Runtupuquio y la pileta con el nombre de Racuay.


 
Dejamos el lugar y nos dirigimos a la segunda pileta, el aspecto de las calles por donde caminábamos eran las mismas. Lo único diferente era que algunas veces íbamos de subida y en otras de bajada. En las subidas sentía el peso de la altura por eso lo hacía más despacio., recién había llegado a una pileta y me faltaban cuatro más, había que medir el paso sino no iba llegar a todas.
 


Llevaba sobre mis hombros mi mochila y estas subidas y bajadas me cansaban. Mis guías llevaban sobre sus espaldas a sus hijos y caminaban de lo más normal, inclusive hablándome sobre el lugar, señalándome algunas plantas y sus propiedades curativas. Me era difícil seguir su ritmo de caminar y en muchas partes del camino se detenían para esperarme que las alcance.
 


Llegamos a la segunda pileta que también lo habían convertido en lavadero de ropa pero de una forma más rústica. La pileta es conocida con el nombre de Huampay. Aquí encontré a muchas señoras lavando ropa.
 


Para sacar la suciedad ellas golpean la ropa mojada con un mazo grande de madera. En broma las señoras me dijeron que el mazo también lo usan con sus parejas cuando se portan mal. Eso de broma lo he puesto yo, pero sus rostros denotaban que no hablaban en broma.
 



Aquí dentro de las casas no existen los conocidos cordeles donde se cuelga la ropa mojada para que sea secada por la acción del sol y el viento. Lo que hace la gente es colocar la ropa mojada sobre pequeños arbustos con la finalidad de que los rayos solares caigan directamente sobre ellas.
 


En algunas partes estábamos fuera de la ciudad y los angostos caminos se abrían paso en medio de arbustos y flores. Entre ellos las señoras me indicaron la hierba santa, un arbusto de casi tres metros de altura que lo ingieren en infusiones para curar la gripe, tos y otros problemas bronquiales.
 


Ahora me tocaba subir por una calle en la cual habían construido una larga escalera. En algunos pueblos las calles son tan angostas que no entran autos y en otras como en este caso se construyen escaleras en medio de la calle. Aquí la única forma de llegar es a pie, ni motos ni bicicletas pueden pasar. Así que a caminar.
 


Habíamos subido y bajado por escaleras y caminos algunos un poco afirmados y otros totalmente desnivelados. Ya era tiempo de un descanso, tantas subidas y bajas por las calles de Yacan me habían cansado.
 


Llegamos a la siguiente pileta conocida con el nombre de Shuculo localizada en el barrio de Cunuray. Por aquí también se puede ir al Mirador de Cunuray.


El pueblo de San Juan de Yacan fue reconocido como comunidad campesina en 1,707. La parte central del pueblo se ubica a 3,200 msnm .




En la pared de una casa una larga fila de calabazas secando al sol.




A seguir caminando por una calle que nos conducirá a dos de los atractivos de este lugar, la Iglesia colonial de Taytamayo y la torre campanario.



 
La iglesia colonial, el arco campanario y el mirador de Cunuray son los tres principales atractivos de Yacan y de los cuales los yacaninos se sienten muy orgullosos.


 

La iglesia es pequeña, construida con adobes y pintada con yeso de color blanco. El techo a dos aguas descansa sobre las dos paredes laterales.



 
 
Tiene una sola puerta y en la parte exterior una gran cruz de color verde, a la cual llaman la Cruz de Taytamayo. Ante  esta cruz los yacaninos hacen sus plegarias a Dios cuando la iglesia esta cerrada. 


 
 

En la parte de arriba en lo que debería ser el vértice del techo hay una pintura sobre la pared.




Por la parte de atrás se puede observar que las gruesas paredes de adobe se han construido sobre grandes rocas que le dan el nivel al suelo. El techo está compuesto de lingotes de madera en los cuales se apoyan las calaminas.




El gran campanario tendrá una altura aproximada de 20 metros, comienza la construcción con una base de piedra y conforme se levanta la construcción se cambia a adobe. En la parte superior se ha colocado un techo a dos aguas de calamina con la finalidad de que las fuertes lluvias de invierno no lo destruyan.


 

En el arco de la base se observa claramente los bloques de adobe que ha sido colocados magistralmente para darle la media luna, sin que ellos caigan al suelo o deforme la semicircunferencia.

 

 
En la parte superior tiene tres ventanas a manera de pequeños arcos. En el arco del medio, que es más grande se encuentran dos campanas. También se observa tres hileras sobresalientes a manera de adornos.

 
Caminando por estos lugares llego a encontrar al borde del camino las bases de metal de lo que alguna vez fueron dos grandes bancas.  Me acerco al borde mismo y la vista es espectacular, desde aquí veo la parte baja del valle, el camino que cruza el pueblo, al frente más cerros y las casas de otros pueblos. Sentarse aquí para conversar, leer un libro o simplemente mirar el paisaje debió haber sido relajante y espectacular.



Llegamos a otra de las piletas convertida en una gran poza de agua. Esta pileta era conocida con el nombre de Chauchac.


 

Seguimos caminando y llegamos a la pileta de Taytamayo. Esta pileta es quizás las que más conserva su naturalidad, veo que no la han convertido en una poza de lavado de ropa. Al costado todavía permanece la piedra sobre la cual caía el agua, podemos ver como la caída del agua a través de los años generó una hondonada en la piedra.  Esta pileta se encuentra muy cerca de la iglesia y la historia del lugar señala que esta era la pileta donde el cura de bañaba.





Al bajar por una angosta callecita de Yacan observo una antigua casa de piedra.

 

Típica casa de piedra, muy antigua y que a pesar de los años sigue en pie y seguramente seguirá así por mucho tiempo más. Solo la intervención de la mano del hombre, muchas veces creadora y otras destructiva podrá destruirla.




Una foto para el recuerdo con las hermanas Jenny y Sulma Cárdenas Julca, quienes al ver que quería conocer las antiguas piletas no dudaron en enseñarme el lugar y acompañarme en esta caminata por San Juan de Yacan.  Definitivamente si no hubiese sido por su ayuda no hubiese podido llegar ni siquiera a una pileta.  Gente asá es la que necesitan los pueblos, gente amable que atiende y orienta al turista, personas orgullosas de sus costumbres y tradiciones que no dudan en compartir con el visitante. Tanto es la amabilidad de estas señoras que hasta me invitaron el almuerzo, gracias por tanta generosidad.
 



Las niñas Gina y Samay, hijas de las señoras mencionadas en el párrafo anterior, que también junto a sus mamás me acompañaron en esta caminata.



Sentado en la plaza principal miraba hacia la izquierda esperando la llegada de alguna movilidad que me lleve de regreso a Yanahuanca.


 
Mientras esperaba la llegada de la movilidad a veces miraba a la derecha y veía el camino que me llevaría a Yanahuanca y me alejaría de San Juan de Yacan.  Finalmente después de esperar por casi una hora llegó una movilidad y cuando abordé la movilidad seguimos por este camino.




Este viaje lo realicé en setiembre del 2017, cualquier dato podría haber cambiado a la fecha.