Cuando estuve de visita por la
ciudad de Iquitos en la selva peruana, uno de los atractivos naturales que más
me sorprendió fue la inmensidad de sus ríos. Desde la época escolar siempre
tenía conocimiento de los grandes y caudalosos ríos de la selva, pero al verlos
me di cuenta que estaba totalmente fuera de la realidad, verlos desbordó la
imaginación que tenía sobre ellos.
En esta oportunidad voy a contar
sobre la experiencia que viví al navegar por el río Nanay, uno de los tres grandes ríos que rodean la
ciudad de Iquitos. Este importante río es de aguas azules oscuras y tranquilas,
afluente del río Amazonas. Tiene una longitud de 315 km y muy cerca de sus
riberas se ubican asentamientos humanos como los pueblos de Santo Tomás, Padre
Cocha y Santa Clara.
Los grandes ríos de la selva
peruana se van formando poco a poco mediante la unión de otros ríos que
ensanchan el cauce y que por la gran cantidad de agua se convierten en
caudalosos. El rio Nanay tiene como afluente el rio Pintoyacu que tiene como
afluente al rio Chambira.
Con la finalidad de pasear por las
aguas del rio Nanay me dirigí al
embarcadero de Bellavista-Nanay. Se
puede llegar hasta el embarcadero abordando un taxi, una mototaxi o de lo contrario viajar en “Transportes El
Rápido”. En Lima existe una empresa de
transportes “El rápido” cuyas unidades son también de color rojo, quien se
habrá copiado de quien, o será pura coincidencia.
Las características de estos
microbuses son que toda la carrocería es de madera y las ventanas no tienen
vidrios protectores excepto el parabrisas de la parte delantera donde está el
chofer. La finalidad por el cual la
carrocería de metal ha ido cambiada por madera
es para contrarrestar las altas temperaturas y el fuerte calor, lo mismo
que no tener ventanas permite la circulación de aire fresco. Un dato curioso de
todos los microbuses es que tienen indicado en su parte lateral la capacidad
máxima de pasajeros que puede transportar. El guía que me acompañaba me dijo
que en épocas de lluvia le ponen los vidrios o micas a las ventanas.
Un cartel nos da la bienvenida y
muy cerca encontramos una balsa con dos personajes en su interior, que podrían
representar a los misioneros que llegaron a evangelizar esta zona o a San Pedro
y San Pablo patronos del pueblo de Bellavista Nanay. La segunda vez que viajé a
Iquitos en mayo del 2,012 no pude llegar a esta plazuela porque se encontraba
inundada debido a las fuertes lluvias que afectaron la zona.
Antes de llegar al embarcadero se
encuentra la plaza de Bellavista Nanay, con unos arcos dentro de la pileta en
donde se aprecian manifestaciones
propias de la región y estatuas de pobladores nativos con la vestimenta típica
de la zona.
Llegar hasta el mismo embarcadero
es un poco complicado para alguien que siempre transita por caminos amplios y
estables. El camino comienza con tres tablones juntos, conforme me acerco al embarcadero los tablones
van disminuyendo a dos tablones y al final llego caminando sobre un solo
tablón. Realmente hay que tener mucho cuidado para mantener el equilibrio y no
caerse al agua. Las personas mayores caminan apurada y distraídamente por estos
tablones cargando sus bultos y los niños corren, saltan y juguetean sobre los
tablones como si todo fuera tierra firme.
Las viviendas cercanas son
construidas precariamente sobre pilones de madera, parecidas a las que vi en el
Barrio de Belén, de las cuales ya he escrito anteriormente.
En el embarcadero se aprecia gran
cantidad de peque peques y pecamaris que desde aquí nos pueden pasear por el
rio Nanay llevándonos a varios destinos como los poblados de Santo Tomás, Padre
Cocha y Santa Clara o el mariposario de Pilpintuwasi.
Los peque peques
son unas largas canoas a las que se les ha agregado un motor y es el medio de
transporte más popular de la amazonia peruana. Muchos de ellos hacen servicio
público con un trayecto o ruta definida dejando y recogiendo pasajeros en las
diferentes localidades que cubre su ruta. El guía que me acompañaba me dijo que
el nombre se debe al sonido continuo y monótono que emite el motor: peque peque
peque peque.
Con la finalidad de brindar un mejor servicio y seguridad los
dueños o transportistas de los peque peques están organizados en asociaciones
de transporte pluvial.
Una vez hecho el contrato una
foto antes de partir, mientras al lado izquierdo espera el pecamari en el cual
hice este inolvidable paseo por uno de los ríos más cercanos a la ciudad de
Iquitos. El pecamari es un bote de tamaño mediano y con techo que generalmente
transporta hasta 4 personas.
Conforme nos vamos alejando del
puerto el agua se ve más limpia aparentando tener un color azulado. Leí que cuando existe una
gran cantidad de agua, a la luz le cuesta más atravesarla y por ello refleja
cierta tonalidad azul. En los mares y grandes ríos la cantidad de agua
acumulada es mucho mayor por lo tanto, la cantidad de luz reflejada es mucho
mayor y el color azul más intenso. Este efecto se produce solo en el agua limpia
y pura, si el agua alberga algas, barro e impurezas, la luz esparcida por esas
partículas enmascara el color habitual del agua y no se verá azul. No se debe a
que refleja el color del cielo azul.
Conforme nos vamos alejando del
puerto el agua se ve más limpia aparentando tener un color azulado. Leí que cuando existe una
gran cantidad de agua, a la luz le cuesta más atravesarla y por ello refleja
cierta tonalidad azul. En los mares y grandes ríos la cantidad de agua
acumulada es mucho mayor por lo tanto, la cantidad de luz reflejada es mucho
mayor y el color azul más intenso. Este efecto se produce solo en el agua limpia
y pura, si el agua alberga algas, barro e impurezas, la luz esparcida por esas
partículas enmascara el color habitual del agua y no se verá azul. No se debe a
que refleja el color del cielo azul.
A lo largo del paseo pude ver hidroaviones despegando y amerizando en las aguas del rio.
Es un medio de transporte mucho más costoso que generalmente es usado por las
empresas para llevar a sus ejecutivos y profesionales a lugares distantes de la
ciudad. La característica de los hidroaviones es que llevan unos flotadores en
lugar del tren de aterrizaje y el fuselaje no llega a tocar el agua.
De lo cual no tenía ni la más
remota idea era sobre las gasolineras flotantes, que sirven para abastecer de
combustible a las embarcaciones que se desplazan sobre el rio. En caso que una
embarcación quede varada por falta de combustible estas gasolineras se
trasladan hasta el lugar llevando el combustible necesario para que la
embarcación pueda seguir su marcha.
Al igual que en todos los ríos
que navegue durante mis viajes a Iquitos, encontramos embarcaciones de todo
tamaño a lo largo de todo el viaje.
Pasamos también por el SIMAI,
Servicios Industriales de la Marina Iquitos. Es el astillero de mayor capacidad
en la amazonia peruana, con grúas móviles y de torre, dos varaderos, una grada y un dique flotante en donde se construyen, modernizan y reparan
embarcaciones fluviales de todo tipo. También cuenta con talleres para las
actividades de metal mecánica y una capacidad para procesar 3,000 toneladas de
acero al año. Aquí se construyen varios puentes metálicos que cruzan los ríos
de la selva, como el Puente Itaya con sus 345.34 m. de longitud que lo
encontramos camino a Nauta.
En el trayecto también vimos con
mi familia una patrulla de la Marina de Guerra del Perú. De esta manera se
patrulla los ríos de la selva para cuidar el medio ambiente y reprimir las
actividades ilícitas en los ríos de selva peruana. Para cumplir su cometido ellos
utilizan botes con potentes motores fuera de borda que les permiten alcanzar
altas velocidades evitando la fuga de los perseguidos y llegando rápidamente al
lugar requerido.
El paso de este tipo de
embarcaciones genera gran movimiento de agua formándose olas alrededor, las
cuales hacen que los peque peques y pecamaris cercanos se muevan de una forma
brusca y temeraria. Lógicamente para las personas de Iquitos acostumbradas a
viajar por los inmensos ríos esta situación es algo normal, pero para una
persona como yo que no está acostumbrada a estos viajes, la situación me
causaba cierta angustia y temor de que la embarcación en que viajaba se pudiera
voltear, no me quedaba otra alternativa que aferrarme a algún punto de apoyo.
Al mismo tiempo que avanzábamos
también nos íbamos alejando de la ciudad
y los centros poblados ribereños. El silencio del lugar era roto por el ruido
monótono del motor del pecamari y el canto desconocido de las aves. El paisaje
cada vez era más bonito.
La profundad del agua es tal que
la copa de los árboles aparecen por encima del rio.
Pasábamos por curvas y curvas
donde solo veía las copas de los árboles que formaban el camino a seguir. Voltear
cada curva era una incógnita y una sorpresa para mí, no veía que había más allá, pero el maquinista
si sabía qué camino tomar y seguíamos avanzando.
Después
de navegar por espacio de 50 minutos aproximadamente veo que el camino se va
achicando hasta permitir solo el paso del bote.
Era
señal de que después de un placentero viaje ibamos llegando al mariposario de
pilpintuwasi, del cual escribiré más adelante.
Es costumbre que todos los peque peques y pecamaris lleven
una banderita peruana.
De regreso que mejor que almorzar en un restaurante rústico
flotante, degustando la rica comida de Iquitos. Platos a la carta difíciles de
encontrar en otras regiones, como chicharrones de paiche o lagarto, juanes de
gallina, cebiche de dorado, doncella frita, tacacho con cecina, patarashca con hojas de bijau, inchicapi de gallina, picuro frito, ensalada
de chonta o palmito. Y para tomar un jugo de camu camu, huasai, cocona, aguaje.
De postre unas rosquitas de yuca o helados de frutas muy variadas, únicas de la
región.
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