En esta oportunidad compartiré
algunas referencias y recuerdos de mi visita a Ahuac, con tilde o acento diacrítico en la primera “a”. Es un
distrito de la provincia de Chupaca, en el departamento de Junín. El distrito
fue creado mediante Ley del 14 de noviembre de 1905.
Este distrito se encuentra a 16
km aproximadamente de la ciudad de Huancayo, capital del departamento de Junín.
Con la finalidad de llegar hasta nuestro destino Junto a mi hermano Carlos
abordamos un carro de transporte rural que nos trasladara en primer lugar a
Chupaca, una provincia del departamento de Junín.
Siempre que realizo estos viajes
y traslados prefiero hacerlos tal como lo hace cualquier poblador común. Aparte
de que son económicos me permiten comprender y entender las idiosincrasias de
la gente, algunas costumbres y apreciar lentamente los paisajes de las rutas,
cuando se alquila un auto generalmente el viaje lo hacen raudamente. Entre las desventajas
podría mencionar el tiempo y en algunas oportunidades la incomodidad. Si no hay
tiempo nunca se hará un buen viaje.
Después de recorrer 11 km llegamos a Chupaca en donde abordamos inmediatamente
un auto que nos trasladó 5 km más hasta
Ahuac, distrito localizado a 3,275 msnm. El clima era estupendo, con un cielo
despejado color azul que permitía el paso directo de los rayos solares sobre mi
cuerpo, de tal manera que no tenía ninguna sensación de frio por la altura.
La plaza principal es de regular
tamaño con grandes espacios para caminar o pasear y jardines con pequeños y
medianos arbustos y flores de colores. En la parte central luce una pileta
inconclusa.
Como muchas veces lo he visto en
varios pueblos del Valle del Mantaro, la gente celebra acontecimientos bailando
en las calles. Por ejemplo era un poco más de media día y un grupo familiar
bailaba en la misma plaza con los novios recién casados. Las primeras veces
cuando viajaba y veía estos festejos me sorprendía, como costeño no entendía
bien las costumbres de la sierra. Hoy con tantos viajes realizados ver esta
escena es algo normal.
En una de las calles principales
del perímetro de la plaza principal se encuentra la iglesia y el local
municipal. Este último es una moderna construcción de tres pisos con grandes
ventanales de colores que colinda con la modesta construcción de la iglesia.
Particularmente en otras narraciones ya he comentado mi desagrado por este tipo
de construcciones, le dicen modernidad, a mi lo que me parece es copia de
construcciones costeñas. Se puede tener modernidad pero sin perder la esencia
ni la estética tradicional de los pueblos de la sierra. Por ejemplo por que no
se hace una construcción moderna, de material noble con sus techos a dos aguas
llenas de tejas rojas, con balcones de madera y con ventanas normales. En la
sierra siempre llueve por eso las construcciones terminan en techos a dos aguas
para que el agua de la lluvia pueda discurrir hacía abajo. Pero bueno, solo es
un comentario muy personal y como dice un dicho muy popular: “Sobre dichos y
colores no han escrito los autores”. Lo importante es que los ahuaquinos se
sientan contentos con las obras que desarrollan sus autoridades.
Los objetivos de este viaje eran dos,
el primero conocer el Complejo Arqueológico de Arwaturo y el segundo conocer la
Laguna de Ñahuimpuquio. Un auto nos acercó lo más que pudo, unos 2 kilómetros más
desde la plaza principal y desde allí comenzamos a caminar siguiendo las
indicaciones del chofer y los pobladores. No hay error a confusión o perderse,
pues solo hay que caminar con dirección al cerro Arwaturo y encontrar el camino
de ascenso.
Finalmente encontramos el camino
del ascenso e iniciamos la subida conjuntamente con mi hermano Carlos.
El camino de subida es un empedrado que poco a poco, paso a paso nos permite ir escalando hacía la cima del cerro. Una vez en el camino lo único que hay que hacer es subir y subir, de preferencia con paso firme y sin apuros para evitar una fatiga excesiva.
El sendero estaba señalado por
pequeños montículos de piedras que en forma ordenada van delimitando el camino simulando
pequeñas paredes, las cuales nos servían
para sentarnos y descansar de la fatiga que significaba subir. Recién en la
mañana habíamos llegado a Huancayo y estábamos en proceso de adaptación, por
eso nos cansábamos más rápidamente de lo normal.
Pero el camino era hermoso y
valía la pena no solo sentarse para descansar sino para disfrutar de la belleza
del paisaje y de la vista que se tenía desde las alturas. Los flores de color
amarillo intenso de las retamas llenaban de vida y colorido el entorno. Era
importante y necesario parar y disfrutar del momento, gravando en nuestra mente
las imágenes y sensaciones que sentía en aquellos instantes.
Después de aproximadamente 40
minutos de caminata llegamos a la cima del cerro donde se encuentra estos
restos arqueológicos. Allí había un pequeño letrero que explicaba el
significado del nombre Arwaturo. Según el cartel es la unión de dos vocablos
quechuas que son: “arwa” que significa “quemado” y de “turo” que significa
“hueso”. Uniendo ambos vocablos sería algo así como “hueso quemado”.
El complejo está compuesto por
restos de edificaciones cuadrangulares llamadas colcas que utilizaron los
antiguos peruanos para guardar sus alimentos, especialmente los granos. En este lugar se hallan 16 construcciones de
este tipo en diferentes estados de conservación.
También se hallan construcciones
circulares que según los pocos estudios realizados se cree fueron las viviendas
de los pobladores Huancas que se asentaron en este lugar entre los años 1,200 a
1,450 AC.
La cima prácticamente es una loma
con una extensión ligeramente plana en donde se encuentran las construcciones,
a una altura aproximada de 3,460 msnm.
Claramente se observa la
perpendicularidad casi perfecta de las construcciones con una ligera
inclinación hacia el centro. Las paredes fueron construidas con piedras sobre
piedras de regular tamaño, a modo de los ladrillos actuales, todas ellas unidas
con barro.
Pasando por entre los espacios
que separan a cada una de las colcas podemos apreciar el otro lado de la
colina.
Y desde aquí hay una vista
espectacular de una parte del Valle del Mantaro, con las huellas de las
parcelas de terrenos que esperan la época de lluvias para llenarse de verde. En
el horizonte se aprecia claramente los picos nevados del Huaytapallana, con la
blancura de su nieve invitándonos o retándonos a subir nuevamente.
Mientras se va ascendiendo hasta
la cima, volteando la mirada se tiene una vista maravillosa de la Laguna
Ñahuimpuquio. El origen del nombre deriva de dos vocablos quechuas, “ñahui” que
significa ojo y “puquio” que significa agua algo así como ojo de agua. A la
distancia se ve un espejo de agua de forma triangular reflejando el azul del
cielo en una extensión aproximada de 7 hectáreas.
Después de visitar las ruinas
iniciamos el descenso y nos acercamos a la laguna para conocerla de cerca.
Muchos años atrás pude estar en la laguna con mi familia y era un lugar
solitario, hoy se ha convertido en un lugar turístico, con varios recreos donde
se expende la rica comida huancaína, con lugares que ofrecen paseos en botes y pesca deportiva. Y para los que no desean
entrar al agua pueden optar por hacer paseos por los alrededores de la laguna
montados sobre caballos.
En sus aguas viven las truchas, peces
muy cotizados en el Valle del Mantaro; también se observa sobre sus aguas gran
cantidad de patos silvestres, gaviotas y gallaretas. En las orillas crece de
forma natural la totora y la pulichampa, una mezcla de tierra húmeda y hierba
que al pararse sobre ella parece como si se moviera el piso
Este viaje lo realice en junio del 2015 cualquier dato puede haber cambiado a la
fecha.
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