viernes, 17 de octubre de 2014

LARAOS: UN BUEN DESCANSO.


El último pueblo que conocí en mi viaje a la Reserva Paisajista Nor-Yauyos Cochas fue Laraos, un lugar que me dejó muchas anécdotas algunas de las cuales relataré a continuación.

Luego de estar en Miraflores y haber subido a la ciudad perdida de Huaquis contratamos al mismo chofer para que nos lleve hasta Laraos.

Laraos es uno de los 33 distritos de la provincia de Yauyos y se encuentra ubicado a una altitud de 3,310 mnsm.  Es un pueblo milenario cuyos orígenes  se encuentran en las alturas de la Cordillera Occidental de los Andes donde existía un pueblo  conocido con el nombre de Sinchimarka que significa “Pueblo guerrero”, después de duras batallas fue conquistado por el Inca Pachacútec.  Con la conquista española y de acuerdo a la nueva demarcación política los habitantes de Sinchimarka son obligados a trasladarse a la actual ubicación con el nombre de Santo Domingo de Cocha Laraos.

Tomamos el camino que conducía a Laraos, Carania y LLapay.  El viaje se desarrollaba con normalidad y disfrutaba del paisaje. 



Según los historiadores el nombre  es un derivado de la palabra del idioma jaqaru “Laraupugio”.  Este idioma se hablaba en la provincia de Yauyos, en donde “Larau” significa pedregón  y “pugio” significa puquio, de tal manera que uniendo los dos vocablos se podría decir “puquial en el pedregón”.  Con el tiempo se transforma solo en “Laraus” es decir pedregones y más tarde queda finalmente como Laraos, la cual fue reconocida el 2 de setiembre de 1,938.

Luego llegamos al centro poblado de Llapay. Es un lugar pequeño conformado por un grupo de casas apostadas a los costados de la carretera,  se observa un gran movimiento porque aquí se encuentra a cualquier hora, movilidades que nos pueden trasladar a los diferentes pueblos de la reserva paisajística. De hecho el día anterior salimos de Huancaya  hasta este lugar y aquí contratamos movilidad que nos llevara a  Miraflores.



Después de pasar por LLapay llegamos a un lugar donde la carretera se divide en dos caminos:  uno  que sube al distrito de Laraos y otro que baja al distrito de Carania.



Como era lógico para las intenciones de nuestro viaje tomamos el camino que conducía a Laraos. El camino es de subida y se encuentra en muy buenas condiciones, no hay pretexto para no ir. Un cielo de un  color azul intenso presagiaba un buen viaje y una buena estadía.



Después de 2 horas de viaje llegamos a un lugar donde un cartel al borde de la carretera nos avisa que estamos a 500 metros de los andenes de Laraos.



Desde aquí se observaban los andenes y a lo lejos las casitas del pueblo.



Laraos es un pueblo que se caracteriza por sus andenerías que datan de épocas muy remotas. Aquel sistema tan antiguo que utilizaron los agricultores de muchos pueblos del Perú con el objetivo de ganar terreno  a las laderas de los cerros formando grandes escaleras  que permiten formar bases planas donde cultivar y cuyos andenes son  usados hasta nuestros días.



Habíamos dejado atrás una carretera sinuosa para ascender hasta los 3,310 msnm. Estábamos muy cerca de entrar al pueblo y la emoción me invadía al saber que se estaba cumpliendo el último objetivo del plan de ruta inicial.



Pero una puerta metálica en plena carretera nos impedía seguir. Bajé del auto para quitar el cerrojo y abrir la puerta.



Después de pasar el auto nuevamente la volví a cerrar y ahora si no había nada que impidiera la llegada. En estos momentos que escribo este relato no recuerdo haber visto un caso similar.



El carro nos dejó a dos cuadras de la plaza principal, solo hasta allí llegan los autos que llevan turistas.  Caminamos con nuestras mochilas al hombro con dirección a la plaza principal. Para mi sorpresa la plaza era toda una base de cemento y piedra en donde no había árboles ni bancas para descansar.



Otro dato curioso es que la iglesia que data del siglo XVIII se encuentra en forma longitudinal a la plaza de tal manera que la entrada principal se encuentra en la calle adyacente. La construcción es de adobe contando con una torre que sirve de campanario y una fachada central. La puerta estaba entreabierta y cuando asomé por allí vi que el interior estaba vacío y con operarios trabajando en su reconstrucción.



La parte central tiene en el exterior una puerta grande con dos cruces a cada costado. La forma de las cruces son muy originales, la barra horizontal se encuentra apoyada sobre la base de dos columnas. Primera vez que veo una cruz así, busqué en internet alguna referencia sobre este tipo de cruz pero no encontré nada. Pero algo aprendí sobre  la cruz romana: Tiene dos partes, la primera es un madero vertical que se clavaba en el suelo llamado stipites y la segunda es un travesaño horizontal que se unía en la parte superior llamado patibúlum.



Casi al extremo de la plaza se encuentra un sombrero gigante.  Viéndolo bien puede ser utilizado como un escenario desde donde se puede llevar a cabo actuaciones o presentaciones.

 
Como lo dije en mis relatos anteriores sobre mi viaje a los pueblos de la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas lo más difícil es conseguir un lugar donde dormir cómodamente y donde comer bien.  Estos pueblos todavía están en desarrollo y no existe una infraestructura adecuada con servicios mínimos al turista.

En la municipalidad encontramos el albergue municipal pero no nos gustó de tal manera que como responsable de haber organizado el viaje  me dediqué a caminar buscando un lugar donde dormir mientras mi primo y mi hermano descansaban del largo viaje. Preguntando recibí la indicación de que en las afueras se había construido un nuevo hospedaje turístico.
 

Mientras subía por las calles empedradas que más que calles parecían escaleras, no pude dejar de sorprenderme de los anuncios que tenían las casas. Por ejemplo un madero sobre la puerta de una casa decía: “Feliz hogar de los esposos Crisogono Gago y Mariam Bautista. Laraos, 13 de Octubre de 1,957. Recuerdo de sus hnos.”


Otra casa tenía dos avisos colgando de ella, uno tenía dentro la figura de una llama y decía: “Venturoso hogar de los esposos Alcibiades Beltrán S. y Floresmila Conde L. Laraos 19 de Noviembre 2001. Recuerdo de su Hno. José Luís Conde”.


El otro aviso que tenía dentro la figura de una paloma decía:  “Venturoso Hogar de Alcibiades Beltrán S. y Floresmila Conde. Rdo. de Emilio Rodríguez y esposa. 19-11-01”.

Es costumbre muy antigua que después del matrimonio, los nuevos esposos reciben presentes en forma de carteles pintados a mano por los familiares de la esposa, los cuales son colgados en los exteriores de la vivienda.

La casa contigua tenía un aviso con una ave de alas abiertas como si estuviera volando que decía: “Feliz hogar de los esposos ….”.



En la parte alta del segundo piso de esta casa vemos un cartel de bienvenida que dice: “Bienvenidos a este hogar de la familia Flora Branez Y.- Francisco Rodríguez M. Sto. Domingo Cocha Laraos-Yauyos. Recuerdo de … “



Pero no todas las puertas tienen carteles haciendo referencia a los esposos. En la puerta de calamina de esta casita han pintado haciendo referencia al dueño, dice: “Casa de José, el kinconde”.


Otras puertas tienen no solo el nombre original sino el sobrenombre con el cual es conocido el dueño,  como por ejemplo esta puerta que dice: “F. Sánchez. Toño. “



Y otras casitas tienen pintadas la puerta  con figuras de personajes cómicos y el techo pintado con figuras de palomas y flores.
 
Esta casa cuyas paredes eran toda de piedras tenía la puerta pintada con un aviso que me imagino  hará referencia a la situación de la persona que habita la casa o será un anuncio o invitación, decía:  “Solo”.


Estos afiches los encontré caminando por las calles que me conducían en busca del lugar donde pasar la noche. Si hubiese recorrido todas las calles seguramente me llenaba de fotos, pero para muestra es suficiente.

Por fin después de tanto subir llegue al hospedaje turístico.  No me gusta recomendar hoteles ni hospedajes porque generalmente hay de todos los precios y para todos los gustos, pero después de lo que sufrimos en los días anteriores este lugar es un paraíso. Lo recomiendo, es un lugar con todas las comodidades para un buen descanso.



Los cuartos del hospedaje por un lado en lugar de pared tienen unas grandes mamparas con vista a la laguna de Cochapampa, lástima que estaba seca pero en época de lluvias debe ser una vista espectacular. Definitivamente una concepción nueva de construcción hoteleta que dará que hablar.



En época de lluvias se forma la laguna llegando a tener una extensión de 1.50 km en promedio y en época seca se convierte en la explanada de una cancha de futbol, donde los jóvenes disfrutas de sus pasiones futbolísticas. Desde las alturas diviso los arcos de futbol clavados en el medio de la laguna.



Salimos del pueblo por un sendero de carretera afirmada con destino a las cataratas de Yuncalara.

  Una capillita en el camino.

Nos habían dicho que la catarata Yuncalara se encontraba en un desvío de la carretera pero no sabíamos exactamente a que altura. Habríamos caminado media hora y ya escuchábamos el ruido característico del agua cuando cae y transita raudamente.  Salimos de  la carretera y nos internamos por un pequeño cañon, cada vez se escuchaba más fuerte la caída del agua y era solo cuestión de tiempo para encontrarla.

 
Trepamos por una pendiente rocosa, giramos a la izquierda y encontramos la catarata. Levantamos la vista y vimos una caída de agua de aproximadamente 60 metros de altura.

 

Seguimos trepando peligrosamente por las rocas hasta llegar a la altura de la mitad de la catarata desde donde se tenía una gran vista de todo el entorno.

Las aguas que caen por la catarata siguen su curso hacía abajo donde son canalizadas para llegar a las zonas de cultivo del pueblo.
Después de conocer la catarata de Yuncalara iniciamos el regreso por el mismo camino afirmado y en veinte minutos nuevamente nos encontrábamos muy cerca del pueblo.
Cruzamos  el pueblo y nos dirigimos al otro extremo para conocer el mirador de andenes.


Ahora comprendo por qué en la plaza principal no hay bancas para descansar, este es el lugar ideal para hacerlo.


En este mirador que tiene una vista impresionante de toda la andenería de Laraos departía amenamente con mi hermano Carlos y mi primo Leo, recordando las anécdotas de los días anteriores y con un poco de pena porque el viaje llegaba a su fin, pues al día siguiente iniciaríamos el camino de regreso a Lima.
Queríamos perennizar el momento con una foto pero no sabíamos cómo hacerlo. Vimos una señora campesina con su lampa en la espalda que llegaba de su faena agrícola hasta el pueblo posiblemente a descansar, no nos quedaba otra opción que pedirle que nos tome una foto.


 
En un comienzo creía que la foto iba salir mal, tomó una foto y cuando la vi observé que estaba bien centrada. No me quedó otra que tomarle una foto mientras se iba a su casa. Después reflexione y me pregunté: cuantas veces esta señora habrá tomado fotos a los turistas? Yo era seguramente uno más que le pedía ese favor.



Habíamos contratado los servicios del mismo chofer para que nos recogiera al día siguiente en Laraos y nos llevara con destino a Yauyos. Según lo acordado a las 6.00 am estábamos en el lugar acordado. El sol ya había asomado y dejaba ver la luna llena en el cielo, era como ver una esfera blanca en un manto azul.


 
El tiempo pasaba, habíamos perdido comunicación telefónica con el chofer y teníamos necesidad de regresar ese mismo día a Lima. Después de deliberar las acciones a seguir decidimos iniciar el camino a pie.  Cargamos nuestras mochilas al hombre y comenzamos la caminata, la cual calculamos que en el mejor de los casos nos iba llevar unas tres horas de camino parejo.
 
Mientras bajábamos lamentándonos por la situación a lo lejos vimos la llegada del auto y la alegría nos volvió al rostro.
Ahora había que poner el carro en sentido contrario, lo cual era difícil por lo angosto de la pista, felizmente la destreza del chofer acostumbrado a estos caminos le permitió maniobrar el vehículo hasta ponerlo  de vuelta.


Nuevamente la puerta en el camino había que abrirla y en esta oportunidad lo hizo mi hermano Carlos.


Seguimos bajando hasta  ver los caminos entre grandes peñascos que era una característica de gran parte de la ruta.

Cada vez aparecían más casas y era señal de que nos acercábamos al final de nuestro viaje.



Este ganado en la pista nos impedía continuar, era como si el destino tratara de retenernos unos instantes más en estos lindos parajes, pero era solo una ilusión, el viaje llegó a su fin.



Este viaje lo realicé en  noviembre del  2,013 cualquier dato puede haber cambiado a la fecha.
 


 
 
 
 
 
 
 
 
 

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