Mi
destino en esta oportunidad era el distrito de Pucará, localizado a 61 km al
norte de Juliaca, perteneciente a la provincia de Lampa, departamento de Puno y
a 3,910 msnm.
Una
vez en el terminal de Juliaca me puse en la fila de las personas que esperaban
la llegada de la combi con destino a Pucará. La fila de espera era bien larga y
hasta ese momento no sabía el motivo. Al
costado izquierdo había una fila pequeña conformada por las personas que
esperaban los carros con destino al distrito de Ayaviri, capital de la
provincia del mismo nombre.
Cuando
llegó el carro que iba a Ayaviri me acerqué al chofer y le pregunté si me podía
dejar en Pucará. Me dijo que su ruta no entraba a Pucará pero me
podía dejar en la carretera a la altura del pueblo y que de allí tenía que
caminar hasta el centro de la ciudad. El costo del pasaje fue S/. 7.00, era el costo de un pasaje directo como si
fuera hasta Ayaviri. Me pareció bien y subí al carro recordándole que me avise
cuando llegáramos a la altura de Pucará.
Conforme
el carro avanza la carretera va cortando en dos la meseta altiplánica,
desolación y mucho ichu amarillento es lo que observo a cada lado. A lo lejos
se veía un pueblo en donde resaltaba la cúpula de la iglesia bajo un cielo azul
intenso, era Pucará.
Me
bajé en el lugar indicado, el pueblo se
localiza al lado izquierdo de la carretera, crucé la carretera y caminé rumbo
a la plaza principal. Mientras me
acercaba veía que algunas personas
estaban vestidas con ropa nueva y limpia, caminando apuradamente de un lado a
otro; también veía triciclos llenos de cajas de cerveza y conforme me acercaba
a la plaza principal se escuchaba el bullicio que hacía unos parlantes. Fue
raro para mí escuchar tanto ruido en un lugar tan alejado.
Cuando
llegué a la misma plaza me sorprendí al
ver que estaba totalmente llena de gente. Se había improvisado muchas tiendas
con palos y plásticos en donde se vendían viandas de comidas; no faltaban las filas
y filas de cajas de cerveza; hombres y mujeres tomaban cerveza y otros licores en plena plaza, mientras otras observaban el desfile. Era un
ambiente de fiesta y no era para menos, me enteré que estaban celebrando un
aniversario más de su creación política
como distrito. Era 3 de junio del 2,012 y cumplían 179 años.
Al
costado de la Iglesia había una tribuna llena de espectadores y al frente de la
iglesia un estrado desde donde un
animador anunciaba las delegaciones que se presentaban en el desfile.
Desfilaban
representantes de instituciones locales
y de pueblos vecinos. Llamaba mi atención el paso firme y gallardo de una
delegación conformada por señoras que vestían el traje típico de Puno. Luego
desfilaron los carros que hacían la ruta Juliaca-Pucará. Esto explicaba por qué
en el terminal de Juliaca la cola de pasajeros era larga, los choferes estaban gozando de la
fiesta mientras los pasajeros esperaban pacientemente la llegada de algunos
carros.
Como
es costumbre en todos mis viajes quería tomar fotos de la plaza principal, de su
Iglesia y calles principales, pero me di cuenta que iba ser imposible por la
cantidad de gente que había en el lugar. Ni siquiera llegue al centro de la
plaza porque el camino estaba lleno de
cosas. No me quedó otra opción que
tomarme fotos entre toda gente teniendo
como fondo la iglesia y San Cayetano. Encontrar a alguien que me tomara las
fotos fue difícil, pues la mayoría de
los adultos estaban muy alegres como para tomar una fotografía.
La
Iglesia Santa Isabel de Pucará fue construida por los misioneros Jesuitas en 1,767.
Su arquitectura es de estilo barroco donde la piedra fue tallada creando una
belleza. En su interior existen imágenes únicas y pinturas de la Escuela
cuzqueña. El arco central esta finamente tallado, tiene una sola torre con campanario
y una bonita cúpula de piedra en la parte de atrás.
En la parte de atrás de la iglesia está el Peñón de San
Cayetano, majestuoso guardián de la
ciudad.
En medio
de la gente y el bullicio me retiré por un costado de la plaza rumbo a unos
restos arqueológicos localizados muy cerca y que es conocido como “El Complejo
Arqueológico de Pucará”. Para llegar hasta allí hay que salir por un costado de
la iglesia y subir por la parte de atrás del pueblo, pasando por un costado
del peñón de San Cayetano. A una distancia aproximada de 1 Km. encontramos
las ruinas, el camino está señalado y no hay posibilidad de perderse.
Fue
construido alrededor del año 200 a.C. alcanzando su apogeo entre los años 250 a.C.
y 380 d.C. Se ubica a 3,871 msnm, ocupando una extensión aproximada de 4 km2 de.
La parte principal es conocida como la “Plaza hundida del Templo de la Pirámide
de Kalasasaya” cuya característica principal son los grandes de bloques de
piedra simulando muros que delimitan la plaza.
Pasando
la plaza principal se encuentran más construcciones de piedra de lo que pudo
ser el sector urbano.
Las
paredes cada cierta distancia muestran hornacinas con un corte lineal casi
perfecto a pesar de las diferencias de tamaños y formas de las piedras.
Después
de conocer las ruinas pasé por la plaza principal con la esperanza de que
estuviera más libre; si bien es cierto
ya el desfile había terminado, todavía había gente libando licor y las
carretillas y triciclos de ventas de comida y golosinas seguían ahí.
Pero
no todo era malo, encontré el frontis de
la iglesia libre y pude apreciar sus paredes de piedra y su fachada central de
piedra finamente labrada. Tiene una torre terminada al lado derecho que sirve
de campanario. La torre del lado izquierdo nunca se terminó de construir.
Por
la parte lateral también se observa otra entrada con un arco de piedra labrada
con figuras y líneas geométricas.
El
templo fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación el 28 de diciembre de
1,972.
Este
pueblo es conocido en el mundo entero por sus famosos “Toritos de Pucará”, cuya
historia se remonta a cientos de años atrás. En Pucará se celebraba una antigua
fiesta de origen español en la cual al toro se pintaba y se le colocaba un picante en la
nariz y el animal enloquecía por el escozor. Su imagen quedó plasmada en las
cerámicas que hasta hoy se ven en Pucará y en muchas otras partes de la sierra
del Perú, en donde se representa al toro
como un animal poderoso y bien plantado en la tierra, con los ojos desorbitados
por la locura, apuntados al cielo. A este
símbolo de arcilla cocida se le atribuye el poder de protección, cuando es
colocada en los techos de las viviendas de la serranía generalmente en los
pueblos de Cusco, Ayacucho y Puno.
Me
compré dos toritos de regular tamaño uno de los cuales me lo dieron dentro
de una caja y el otro lo guardé en mi
mochila.
El sol
caía y la gente se desesperaba por subir a algún carro que pasaba por la
carretera, más aun sabiendo que a las 5 pm era el partido por las eliminatorias
de Perú contra Colombia. Estaba con mis paquetes y no podía estar empujándome
con la gente por subir a un carro. Esperaba que la gente se embarcara, pero al
poco rato llegaban nuevas personas y la gente en el paradero crecía.
Desde
el borde de la carretera observaba en algunas tiendas que los equipos estaban
formados para cantar los himnos. Me alejé del sitio donde la gente esperaba los
carros y me puse a estirar la mano a los camiones y tráileres que pasaban por
allí, como quien dice criollamente: me puse a tirar dedo. No me quedaba otra opción. Tenía la esperanza de que alguien
se detuviera y me sacara de allí. Nunca lo había hecho pero la esperanza estaba
allí. He visto que en la sierra a veces transportan a la gente hasta en las tolvas
de los camiones. La cosa era salir.
Por
suerte a mis señales se detuvo un camión tráiler que por la frenada terminó
mucho más allá de donde estaba parado.
Corrí y le dije al chofer si me podría llevar a Puno. Me dijo que solo
iba hasta Juliaca. Le dije que no importaba y me subí. En la cabina el chofer
escuchaba el partido y comentábamos cada jugada. La noche caía sobre el
altiplano y yo miraba a través del parabrisas
como poco a poco la carretera se oscurecía, solo la fuerza de las luces del trailer
señalaban el camino a seguir.
Tomé fotos del espejo retrovisor delantero en donde se
reflejaba mi imagen como recuerdo de aquella experiencia.
Finalmente el chofer me dejó en un lugar que no recuerdo
exactamente y de allí subí a un mototaxi
con dirección al terminal de Juliaca, en donde abordé un carro con
destino a Puno.
Esa noche por poco me quedo varado, las cosas no salieron
como pensaba. La plaza de armas no estaba libre, no había carros y Perú perdió
1-0 ante Colombia, pero me quedaron experiencias vividas únicas que
difícilmente se repetirán.
Este viaje lo realicé en junio del 2,012 y cualquier dato
puede haber cambiado a la fecha.
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