Escribir sobre Máncora es
escribir sobre sol, playa, arena y mar, pero me quiero salir un poco de este
modelo para también escribir sobre la ruta y otros detalles que encontré
durante mi visita a este destino paradisiaco.
Máncora es un distrito de la
provincia de Talara en el departamento de Piura. La creación como distrito se dio el 14 de
noviembre del 1,908. Con respecto al
nombre se sabe que desde épocas muy antiguas existía una extensa hacienda que
se llamaba Máncora. La hacienda se encontraba muy lejos del mar, pero sus pobladores caminaban largas
horas hasta el mar con la finalidad de pescar y muchas veces pernoctaban en chozas muy cerca de la orilla.
Con el tiempo la belleza del lugar y su riqueza pesquera hizo que estos pobladores y otros extraños que
llegaban se fueran quedando muy cerca de
la playa, construyendo poco a poco sus viviendas y llamando a este lugar igual
que la hacienda: Máncora.
Otra de las historias con
respecto al nombre dice que en la época de la colonia vivía en estos lares un
pescador que había perdido una mano y que antes de adentrarse en el mar se
arrodillaba y oraba a Dios. La gente al verlo así decía: manco ora. Con el
tiempo el sonido se unió en uno solo.
Para ir desde Lima hay dos
opciones: una por vía totalmente terrestre y la otra por vía aérea con una
parte necesariamente terrestre. En transporte terrestre el viaje dura 20 horas
aproximadamente, teniendo en cuenta que 17
horas son de Lima hasta Piura y de allí 3
horas más hasta Máncora, el costo del pasaje puede oscilar entre S/.100.00 y
S/.150.00 dependiendo de la empresa de transporte.
Cuando se hace el viaje en avión
el vuelo de Lima a Piura dura 1.30 horas y de allí son 3 horas más por vía
terrestre. Yo hice esta ruta y el pasaje aéreo lo compré en una promoción
a US$ 99.00 ida y vuelta.
De Piura a Máncora hay varias
formas de llegar, cada una dependerá del presupuesto que se tenga, de la
disponibilidad de tiempo, de la comodidad requerida para viajar y de las
experiencias que se desean vivir. En mi caso para la ida lo hice en un bus de
la empresa de transportes EPPO la única que cubre esta ruta cuyo gran terminal
se encuentra en la cuadra once de la Av. Sánchez Cerro. El costo del pasaje fue de S/.15.00 y los
buses salen de acuerdo a un horario establecido. Se debe abordar los carros que
en su ruta no entran a Talara, sino el viaje demorará mucho más tiempo.
Otra opción es abordar una minivan cuya terminal se
encuentra a una cuadra de la empresa EPPO en la misma avenida. El costo del pasaje era de S/. 25 y
significaba un viaje más cómodo y con menos paradas, cubriendo la ruta en 2.30 horas aproximadamente. También se puede abordar un taxi pero eso
debe ser carísimo por la distancia. Y hay otra forma de viajar la cual yo
utilicé para mi regreso y que contaré más adelante cuando llegue el momento.
Estaba con mi primo Leo y viendo
que todavía faltaba varios minutos para la hora de la partida, decidimos ir a
desayunar y para ello salimos del terminal. Muy cerca de la puerta de la
empresa se ubican varios ambulantes ofreciendo sus cafés, tés, leches y otros
preparados acompañados con sándwiches de mantequilla, queso, jamonada,
aceituna, palta, lomito, etc. La escena nos abrió el apetito pero decidimos
buscar un lugar más cómodo. Las tiendas de los alrededores se encontraban
cerradas, seguimos caminando y llegamos
a un mercado grande que mostraba un gran movimiento de estibadores llevando
bultos en sus carretas y otros cargando bultos sobre sus espaldas, abasteciendo
con mercadería los puestos de ventas que esperaban a las caseritas y caseritos.
El ambiente estaba dentro de lo normal excepto por un hecho que malograba todo:
las calles adyacentes y parte del mercado
estaba inundado de agua sucia, era difícil caminar.
La hora avanzaba y decidimos
regresar al terminal y tomar nuestro desayuno en una carretilla de uno de los ambulantes
apostados a la entrada y que al comienzo no los tomamos en cuenta como posibles
abastecedores de nuestro desayuno.
El bus partió a la 8.30 de la
mañana, comenzamos a salir de la ciudad de Piura y en el camino cruzamos el
nuevo puente sobre el rio Piura.
El rio Piura nace en las alturas
de la provincia de Huancabamba, en la zona sierra del departamento de Piura
para terminar en el Océano Pacífico por la bahía de Sechura a través del estuario de Virilá. En sus 130
kilómetros de recorrido cruza las ciudades de Morropón y Piura.
Un estuario es el lugar en donde el
rio desemboca en el mar, generando que las
aguas de un rio de agua dulce se mezclen con las aguas saladas del mar. La
característica de un estuario es que está formado por un solo brazo ancho en
forma de embudo ensanchado. Cuando la desembocadura de un rio en el mar está
compuesto por varios brazos se llama delta.
Durante el largo viaje se hacen
paradas obligadas en algunas ciudades como Sullana, El Alto, Los Organos y
finalmente Máncora.
La ciudad de Piura está lejos del
mar y para llegar a Máncora tenemos que cruzar por gran parte del desierto
piurano. Lo único que vemos es arena y más arena. En medio del arenal vemos
muchas máquinas para el bombeo del petróleo que se lleva por el oleoducto
norperuano hasta el puerto de Bayóvar, en la bahía de Sechura.
Había tenido una idea equivocada
de estas máquinas de extracción de petróleo. Siempre pensé que se trataban de
inmensas máquinas en medio de grandes campos de trabajo, con gran cantidad de
operarios trabajando en ellas, pero no
era así. Solo son pequeñas máquinas comúnmente llamadas “martillo” o
“caballito” que no necesitan la presencia perenne de una persona.
Lo que vemos durante el viaje es parte del Oleoducto Ramal
Norte que forma parte del Oleoducto Norperuano, el mismo que comienza en Loreto
y que en su largo recorrido de 854 kilómetros atraviesa selva, sierra y costa. Llegando hasta el
muelle del puerto de Bayóvar en donde son llenados con petróleo los buques tanques que lo
transportarán hasta las refinerías de la costa peruana.
Después de casi tres horas de
viaje llegamos a Máncora, último paradero de la ruta. El sol es abrazador y la
alta temperatura se siente en el ambiente.
A un costado de la avenida
principal encontramos un pequeño monumento con el busto de Miguel Graú y en la
parte posterior siete delgadas columnas que sostienen un dintel en donde está
dibujado el escudo del distrito y una representación de las olas flanqueando la siguiente descripción:
“Máncora Paraíso Costeño de mi Amado Perú, del Pacífico Mar Perla Preciosa”. La arquitectura termina coronada con el timón
de una lancha.
Al costado de la municipalidad en
la cuadra cinco de la avenida Piura se levanta la Parroquia Nuestra Señora
Virgen del Carmen. Su construcción es reciente, data del 2,011.
En la avenida principal existen
muchas tiendas donde se vende ropa veraniega y de baño. Camisas, shorts,
bikinis, bermudas, sandalias, gorras, sombreros, pareos, lentes y muchas
prendas más de diferentes modelos y colores llamativos encontramos en estas
tiendas. Había dejado mi short en Piura por eso tuve que pasear y ver estas
tiendas. Cuando pregunté el precio de un short me dijeron S/.100.00 lo cual me
pareció un precio excesivo. Posiblemente como el lugar está poblado de turistas
extranjeros los precios se han dolarizado y al convertirlos a soles sale muy
costoso.
Por varias calles y caminos se puede llegar hasta
la misma orilla de la playa, pero yo hice la ruta que lleva directamente a lo
que se conoce como el boulevard. Son casi tres cuadras de bajada hacía la playa
en donde hay un movimiento impresionante de gente playera, grupos de chicas y
chicos, tablistas, familias enteras, rastras, hippies, peruanos y extranjeros, todos se mezclan en el caminar y ni que decir
de los restaurantes, desde donde se puede estar comiendo y contemplado al mismo
tiempo la playa, el mar y todo su entorno.
Del boulevard se extiende a ambos
lados el malecón, una especie de mirador extenso de casi de
casi 200 metros que fue inaugurado en setiembre del 2,010. Muchos
turistas y veraneantes pasean tranquilamente por el malecón disfrutando del
lugar.
Conversando con un vendedor
mancoreño me dijo que hace unos años atrás las playas de Máncora tenían sus
grandes extensiones de arena y que construcciones cercanas al mar como casas,
comercios y el mismo malecón han quitado espacio y cada vez hay menos arena en
la playa, situación que también origina inundaciones cuando la marea sube
demasiado o el mar demuestra su bravura.
Conforme transcurre la mañana la
playa se va llenado de gente. Puedo ver gran cantidad de gente, algunas disfrutando
del agua y otras descansando en la arena bajo la sombra de las palmeras o
tendidas en la arena recibiendo directamente los rayos solares para broncear se
cuerpo.
Por estar cerca al Ecuador las aguas de esta playa son
calientes.
También en varias cuadras de la
avenida principal se encuentran los puestos de ventas de artesanía. Me dediqué
a ver y admirar cada una de las muestras, observé que hacen muchos trabajos
empleando restos marinos, como conchas, piedras y corales. Llamó mi atención la
venta de las puntas del pez espada y del merlin, los precios oscilaban entre 70
y 150 dependiendo del tamaño y el estado de la muestra.
Como es costumbre adquirí unos souvenirs para el recuerdo de mi viaje a este lugar caluroso,
bohemio y colorido.
Para el regreso había una minivan
pero estaba vacía, no tenía pasajeros y solo iba a partir si se llenaban los asientos con
pasajeros. Caminamos con mi primo y nos sentamos muy cerca del paradero de los buses interprovinciales que vienen
desde Tumbes rumbo a Lima y que en su camino recogen y llevan pasajeros hasta Piura.
Ya habíamos hecho la ruta de
venida en ómnibus ahora queríamos hacer un viaje más cómodo y descansado. Observando
el movimiento vimos a un chofer con su auto que parecía que quería partir a
algún sitio. Nos acercamos y le preguntamos si iba a Piura. Nos dijo que si
había cuatro pasajeros partía de lo contrario no. Al cabo de un rato
aparecieron una pareja con mochilas, les preguntamos si querían viajar a Piura,
y completamos con ellos el cupo y partimos rumbo a Piura.
Al comienzo muy cerca de la
carretera veíamos los algarrobos y al fondo el mar de un color azul intenso que
se perdía en el horizonte. Trataba de retener en mi memoria esta vista mientras
pensaba si algún día volvería de nuevo por estos lares. Solo el tiempo lo dirá.
La carretera se encuentra en muy buenas condiciones, gran
parte del camino es en línea recta lo que motiva al chofer pisar el acelerador,
permitiendo que el viento entre por la ventana y me refresque el rostro.
Poco a poco la carretera se va alejando del mar y el
ambiente es desolador. Éramos cinco personas que cruzábamos dentro de un auto las
áridas tierras de esta parte del norte peruano. Las horas que íbamos a
compartir juntos nos motiva a presentarnos y conversar sobre diferentes temas,
permitiendo que el viaje sea ameno e interesante, conversando siempre se
aprende cosas nuevas. La pareja con quienes compartimos este viaje de regreso a
Piura era de Chile, entraron por la frontera con Tacna y tenían varios días
recorriendo la costa peruana.
Cruzando un puente puedo observar
diferentes tipos de medios de transportes, camiones, autos, motonetas, nuevos y
usados, todos transitando sobre una
pista inundada, no por las lluvias sino por la rotura de una tubería.
Grandes y pequeñas unidades se
mezclan en este cruce, todos tratando de pasar en medio de una inundación. El
agua sucia salpica por doquier y hay que cerrar rápidamente las ventanas aunque
muramos de calor. Cual espectáculo los viajeros de un camión sacan la cabeza
por encima de la tolva para ver la escena, entre ellas la de un motociclista
que termina literalmente bañado.
Si vemos la foto anterior
observamos que delante de nosotros solo estaba una motoneta roja, pasados unos
minutos un intrépido motociclista, con hábiles maniobras se interpone entre la
motoneta y nosotros, pero lo que seguramente no imaginaba era que le esperaba
un refrescante baño.
A la hora de comer siempre
escogía platos que tuvieran ingredientes marinos como los pescados y mariscos
pero la verdad no tuve suerte, los mismos platos con mayor calidad y mejor sabor
he comido en otras provincias de Piura. Tuve la sensación que en el tema
gastronómico y atención en los restaurantes hay un poco de dejadez, espero haya
sido una percepción solo mía.
En cuanto a infraestructura y
comodidades en Máncora se encuentra de todo, buenos y modernos hoteles con
todas las comodidades para el turista exigente, pero también los hay para la
gente mochilera o el turista normal, para todos los gustos y bolsillos. Restaurantes
y cevicherias por doquier. Y en las noches la diversión se extiende a los bares
y discotecas.
Hay mucho movimiento en las
calles cerca al mar y en los locales adyacentes debido a la presencia de gran
cantidad de turistas. Muchos jóvenes turistas extranjeros amantes de las tablas
y las olas, encuentran en Máncora el lugar ideal para disfrutar de sus
pasiones. Cuantos fueron sucumbidos por sus encantos y se quedaron para
siempre.
Se puede hacer paseos por la
playa en cuatrimotos areneras o montado
en caballos y en el mar paseos en moto
acuática.
Muy cerca se encuentran
excelentes playas como Las Pocitas, Vichayito, Órganos, El Ñuro y Cabo Blanco. Un
poco más distante en la ruta a Tumbes se ubica Puntal Sal.
Pero si no queremos playa sino un
lugar tranquilo donde respirar aire puro, a 10 kilómetros se encuentra uno de los ingresos a la Reserva
Natural de Cerros de Amotape, el mejor conservado de los bosques secos ecuatoriales de todo el
Pacífico en donde se puede apreciar los
bosques de algarrobos y especies animales como pumas, osos de anteojos, ciervos y lagartos.
Desde épocas remotas Máncora fue
un lugar con buenos recursos, primero fue su riqueza marina, luego pasó a ser el
centro principal del comercio del carbón vegetal y hoy en día el balneario más concurrido e importante de la
costa norte del Perú.
Este viaje lo realicé en febrero
del 2,012 cualquier dato puede haber cambiado a la fecha.
Buena...
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