Estaba con mi hermano Carlos en
Chiquián y una mañana muy temprano decidimos ir a un pueblo llamado Aquia, uno
de los quince distritos de la provincia de Bolognesi, ubicado en el
departamento de Áncash. Se encuentra a una altura de 3,335 msnm.
Solo la empresa de transportes
interprovincial Cavassa hace la ruta
Lima-Aquia, pasando primero por Chiquian. La distancia desde Lima hasta Aquia
es de 375 Km que se cubre en unas nueve horas.
Otra alternativa de viaje es ir desde Huaraz a Chiquian y de allí
abordar las combis, en total esta ruta tiene una distancia de 141 km que lo
hacen en tres horas aproximadamente. También se puede ir desde Barranca en unas
5 horas hasta Chiquian y de allí media hora más en combi y llegamos a Aquia.
Esta última ruta no pasa por la Laguna de Conococha de tal manera que no se
tiene que subir desde la costa hasta los 4,050 msnm para después comenzar a
bajar hasta los pueblos de Ancash.
Para llegar a este pueblo se debe
abordar unas combis cuyo paradero se ubica muy cerca del mercado de Chiquian. Fuimos temprano para conseguir
asiento debido a que no hay mucho
movimiento de carros entre estos dos pueblos pasado las 10 am.
El distrito de Aquia fue creado
el 2 de enero de 1,857. Se encuentra flanqueado por los nevados Tucu Chira al
oriente y Quicash al occidente. Los primeros pobladores de esta zona llegaron
desde Chavín, trayendo consigo sus costumbres y fe religiosa. Tuvieron como capital al cerro Ichik Aynuck,
hoy llamado Jerusalén.
Después de recorrer 20 kilómetros
por un camino afirmado lleno de curvas y
precipicios en un tiempo aproximado de media hora llegamos a Aquia.
Llegar a la plaza principal y
encontrar una plaza tan bonita fue una grata sorpresa. Limpia, bien cuidada, con árboles que guardan
armonía con el tamaño de la plaza y a los cuales se les ha cortado para representar figuras de animales. El cielo despejado, color azul intenso,
matizado con algunas nubes blancas completaban la belleza de este lugar.
En el centro se encuentra una
pileta de bronce muy bonita.
En una de las calles que rodean
la plaza de armas, se encuentra la
Iglesia Colonial de Aquia que data del siglo XVII. A diferencia de las iglesias
de otros pueblos de la sierra del Perú esta iglesia no lleva el nombre de
ningún Santo o Santa a pesar que el patrón del pueblo es San Miguel Arcángel.
Un detalle del templo es que en la parte externa se
encuentran seis hornacinas y en cada una
han colocado imágenes muy antiguas de santos de la religión católica,
semejando un altar mayor. En ella aparecen San Pedro, San Pablo, San Francisco, Santo Domingo, San Miguel Arcangel y la Virgen.
Las paredes son de más de un
metro de ancho, sin columnas, con techo
a dos aguas y al lado izquierdo tiene una torre de cuatro pisos que corresponde
al campanario.
Impresionante poder admirar como
en pueblos tan alejados del Perú encontramos iglesias muy hermosas. Reconozco
que en mis viajes por los pueblos del Perú, una de las cosas que más me gustan
apreciar son las construcciones de las iglesias, más aún si son construcciones
muy antiguas. En la sierra la devoción
que tienen los pobladores con los santos religiosos es muy arraigada y eso se
nota en sus iglesias, en sus procesiones llenas de fervor religioso, en nombrar
como patrón de un pueblo a un santo o santa.
Entramos a un pequeño restaurante
ubicado en una de las calles del perímetro de la plaza. Mientras nos preparaban
el desayuno conversábamos con la señora que atendía nos comentó que ella había
llegado a este lugar hacía 5 años y que antes había vivido en Lima, en la
avenida Perú, en el distrito de San Martin de Porres. Gran coincidencia pues yo
vivo en este mismo distrito y muchos años de mi vida las viví a la altura de la
cuadra 34 de la avenida Perú. Motivo suficiente para entablar una amena
conversación y por supuesto un servicio especial.
Una vez desayunado empezamos el
camino rumbo al santuario del Señor de Cayac. Caminar por las calles de Aquia es un recuerdo imborrable, angostas y
silenciosas, formadas por casas de adobe de un solo piso a dos aguas con sus
tejados de barro a la antigua, a los costados unos senderos de piedra a manera de vereda. Ninguna casa pintada, solo
a algunas de ellas se les había echado yeso dándole un color blanco.
Antes de partir por indicación de
la señora que nos atendió con el desayuno fuimos a la casa de otra señora para
que nos prestara las llaves y poder entrar al santuario. Después de dejar una
colaboración nos entregó las llaves y siguiendo las indicaciones recibidas caminamos
rumbo a nuestro destino.
Después de caminar cerca de 3
Km. en 40 minutos aproximadamente, cruzando el pueblo y campos llegamos al santuario del
Señor de Cayac.
Es una construcción pequeña con
puerta ojival y una torre al lado izquierdo;
en un comienzo fue una choza improvisada construida por los primeros
devotos, con el tiempo crecieron los devotos y llegaron a construir el santuario de material
noble que hoy vemos.
La historia del Señor de Cáyac,
nos dice que Cayac es un camino de herradura, lleno de verdor, donde el
agricultor Lorenzo Barnechea quiere tapar con una champa de tierra la molestosa
filtración del río Pativilca. Y empezó a lampear, hasta que golpeó una piedra y
se detuvo, la piedra era muy grande, estaba cansado y comenzaba a oscurecer, entonces
decide ir a su casa para descansar y regresar al día siguiente con más fuerzas.
En la noche, mientras dormía,
soñó que la piedra le decía: ‘¡qué hombre tan bruto eres, me has malogrado la
cara!’. Al despertar, y llegar al lugar
quedo sorprendido al darse cuenta de que la piedra tenía la forma del rostro
del Señor Jesucristo.
Quisieron llevarlo a la iglesia
del pueblo, pero nadie pudo sacar la piedra porque es inmensa, algunos aquinos
aseguran que llega hasta la otra orilla del río Aymin. La piedra con las facciones de Cristo yacente
está cubierto por un manto, los devotos
echaron gotitas de sangre en su rostro y
continuará seguramente por siempre en el mismo lugar.
Los alrededores del santuario
está compuesto por campos de pastoreo, muchos animales pastando, no se observa ninguna otra construcción
cercana.
Rompe el silencio del lugar el
sonido de las aguas del rio Pativilca cuyo cauce pasa muy cerquita.
El distrito de Aquia tiene el
apelativo de “Paraiso escondido” y después de estar allí creo que el nombre no
pudo ser mejor. Es un lugar de pocos habitantes, escondidito en las alturas,
pequeño pero ordenado, desde aquí se parte a varias lagunas que están formadas
por el deshielo de los nevados. Conversamos sobre el tema con un aquino encargado de
la municipalidad y nos dijo que se puede
conocer dichas lagunas en un día a caballo saliendo muy temprano de la ciudad.
La más cercana es la laguna Tancan en el centro poblado de Pachapaqui.
Este viaje lo realice en Julio del 2009, algunos datos
pueden haber variado a la fecha.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario