A lo largo de mi vida siempre
había oído la palabra “Huamantanga”. En
mis viajes rutinarios dentro de la capital había momentos en que veía en la
parte trasera de algunos vehículos, sobretodo en camiones la palabra “Señor de Huamantanga”. Iba al mercado y preguntando por la variedad
de alguna papa me decían es papa Huamantanga. Algunas veces los sonidos de una
banda llegaban a mis oídos y al preguntar me decían es la procesión del Señor
de Huamantanga. Un gran letrero justo para un gran mercado de abastos del cono
norte de Lima decía “Megamercado Huamantanga”.
Un día decidí ir a este pueblo
ubicado en la sierra de lima en busca del renombrado “Señor de Huamantanga”.
Abordé una combi en el conocido
paradero del kilómetro 22 de la Av. Túpac Amaru, lugar desde donde parten los
autos, combis y custers con destinos a los pueblos ubicados a lo largo de gran
parte del valle del rio Chillón.
La ruta transcurre por la remodelada
carretera que conduce a Canta. El viaje es cómodo debido al buen estado de la
carretera y se desarrolla en medio del verdor de los campos de cultivo.
Huamantanga es uno de los siete
distritos que forman parte de la provincia de Canta en el departamento de Lima.
Se localiza a una altitud media de 3,392 msnm y lo conforman tres anexos:
Puruchuco, Quipan y Marco.
Es un pueblo antiquísimo cuya
existencia se remonta mucho antes de la cultura Wari y que fue sometida por el
Inca Pachacútec.
Después de recorrer 2.30 horas
aproximadamente por la carretera que conduce a Canta, a la altura del kilómetro
89 el chofer de la combi toma un desvío que nos llevará hasta Huamantanga. El desvío se encuentra al lado izquierdo y es
conocida como techo o puente de piedra, pero no hay ninguna señalización o panel
de aviso que valide este dato. Cruzamos el puente sobre el rio Chillón e iniciamos
el ascenso por un camino afirmado.
Después de unos pocos minutos pasamos por el poblado de San
José de Canta que pertenece al distrito de Buenaventura.
A medida que se asciende miro por la ventana de la
combi y logro ver parte del camino
recorrido que entre curva y curva nos lleva cada vez más alto. Son las curvas
de Shatamay.
Iba al lado derecho del chofer y
por la ubicación la mayor parte del camino lo pasé al lado de las laderas del
cerro. Mientras esto sucedía pensaba en el regreso y en la ubicación
privilegiada que iba tener, iba disfrutar de toda la vista del valle.
En un momento del trayecto
pasamos por la imagen del Señor de Huamantanga, la misma que se encuentra grabada
en la roca de un cerro. Al pasar por la imagen el chofer reduce un poco la
velocidad y aprovecho para tomar una fotografía de la imagen.
Seguimos avanzando y pasamos por
un lugar conocido como la biblioteca. La característica de este tramo del
camino es una zona rocosa formada básicamente por bloques de piedras apoyados
unos sobre otros. Los bloques de piedras parecen cortes casi perfectos de lajas
de roca. El chofer me comenta que recibe este nombre porque la gente que
recorre este lugar imagina ver en cada pedazo de roca a libros, colocados uno
tras otro, simulando estantes de libros de una biblioteca.
En el ascenso llegamos hasta muy
cerca de las cimas de las altas montañas que dominan toda esta parte de la
sierra limeña. El cielo comenzó a llenarse de nubes cubriendo el azul del cielo que se veía al inicio del
ascenso. A pesar de todo permitía distinguir unos pedazos de troncos que
señalaban los límites de una curva peligrosa.
Como ya lo he dicho en muchos
relatos, siempre en los caminos especialmente de los pueblos de la sierra del
Perú encontramos las cruces, el máximo símbolo de la cristiandad, donde hay
una cruz esta Cristo. En este caso vemos la Cruz de Huaripa sobre el cerro del
mismo nombre. Se colocó esta cruz en esta parte como un homenaje a los
huamantanguinos que construyeron el camino desde San José.
A lo largo de este camino de
subida desde puente de piedra hasta el pueblo de Huamantanga se pasa por puntos
emblemáticos de la ruta, algunos de los cuales son: cruz verde, el rostro, la
cuesta, el taro, el caracol y tres cruces entre otras.
Después de recorrer aproximadamente
29 kilómetros desde que salimos de la carretera e iniciamos la ruta por el
camino de trocha, pasamos lo que sería
la última curva del camino. Este tramo de viaje duró aproximadamente 1.30
horas.
Respecto al nombre posiblemente
deriva de la unión de dos vocablos quechuas. Uno de ellos “huaman” que
significa “halcón” y el otro “tanka” que
se utilizada para expresar un “descanso cómodo” o “acomodarse”. Uniendo ambos
vocablos se interpreta como lugar donde los halcones posan o descansan
cómodamente.
Luego entramos al tramo conocido
como la alameda y después de pasar otra cruz al borde del camino logro ver las
casitas del distrito de Huamantanga. El carro sigue avanzando y al final nos
deja en la entrada del pueblo. Ante el reclamo de los pasajeros el chofer
argumenta que las calles se están arreglando y no hay pase hasta la plaza
principal.
Desciendo de la combi y comienzo la caminata por una larga
calle que me conducirá directamente a la plaza principal.
Mientras avanzo confirmo lo que
dijo el chofer en el sentido de que las calles del pueblo están en mantenimiento
y reparación. La mayoría de la casas tienen balcones de madera, unos pequeños y
otros grandes, unos hechos con madera tallada y otros con madera simple. Algunas
de las casas lucen descuidadas como si estuvieran abandonadas.
Lo que compruebo es que no se
estaba realizando mantenimiento o reparación de las calles, sino lo que se
estaba realizando era el tendido de los tubos para las alcantarillas. En medio
de los montículos de tierra trato de llegar hasta uno de los arcos de entrada a
la plaza principal.
Finalmente llego a traspasar el arco de entrada y tengo ante
mis ojos la plaza principal, la cual luce libre de gente a pesar que es un día
sábado. Lo común es que la mayoría de la
población se encuentra en el campo trabajando en sus chacras. Otros abandonan
el lugar y emigran hacía la capital en busca de trabajo, quedando el pueblo con
una imagen de soledad y abandono.
En la parte central de la plaza
se encuentra una pileta de bronce que en la parte media tiene cuatro angelitos
mirando cada uno a los cuatro puntos cardinales. No hay señales de agua dentro
de ella, posiblemente no lo usan hace mucho tiempo.
En una de las calles que forman
el perímetro de la plaza principal se encuentra el Santuario del Señor de
Huamantanga, una construcción muy antigua que data del siglo XVI y es
considerado patrimonio cultural de la nación desde el 5 de diciembre del 2,006.
El templo se encuentra flanqueado por dos grandes arcos los cuales no forman
parte de la iglesia.
Para llegar hasta el atrio debemos subir unas largas escaleras
hechas de bloques de piedras. El templo cuenta con dos torres de cuatro niveles
que sirven de campanarios. La torre de la derecha da para el barrio de Anduy y
es conocida como la torre del evangelio. La torre de la izquierda da para el
barrio de Shigual y es conocida como la torre de la epístola
Después de subir las escaleras nos encontramos ante la
entrada principal la cual es muy bonita, con muchos detalles y adornos que le
dan realce.
Desde el frontis de la iglesia se observa que el pueblo no
ha avanzado mucho. Antiguas casas forman el perímetro de la plaza.
Solo la parte central de la plaza es de material noble, pero
no hay pistas ni veredas.
En una de las esquinas de la plaza destaca el local
municipal, una edificación de tres pisos
construida junto a uno de los arcos de entrada a la plaza.
En la otra esquina de la plaza se localiza el otro arco de
entrada a la plaza.
En un costado de la plaza se
encuentra un busto de Mariano Villegas. Cuando realizo mis viajes muchas veces
encuentro cosas que no había imaginado, lo que me lleva a preguntar en el mismo
lugar por estas situaciones y al regreso buscar e investigar algo más con la
finalidad de validar lo escuchado y poder escribir un hecho más concreto. Es
así como también aprendo cada día más.
Así que investigando en la red
leí que hubo un enfrentamiento bélico en el pueblo de Huamantanga entre las
tropas peruanas y chilenas, las cuales se enfrentaron el 27 de abril de 1,883.
La tropas chilenas conformadas
por 2,000 soldados fuertemente armados perseguían al general Andres Avelino
Cáceres que con 150 hombres había huido hacía Canta en la sierra cercana a
Lima. En ese momento las tropas chilenas se enteran que una tropa de 100
combatientes peruanos se había dirigido a Huamantanga al mando del coronel
Mariano Villegas. La tropa chilena sorprendió a la tropa peruana y en desigual
combate la destruyó totalmente, tomando prisioneros al coronel Villegas y al
sargento mayor Manuel Vargas, quienes por su alto rango militar fueron
fusilados inmediatamente en el mismo campo de batalla.
En 1,944 los restos del Mariano
Villegas fueron exhumados del cementerio local y trasladados a la Cripta de los
Héroes. Desde esa fecha sus restos reposan junto a los restos de los más
grandes héroes peruanos que ofrendaron su vida en defensa de la patria.
El pueblo de Huamantanga rinde
homenaje a Villegas con una placa que dice: “Homenaje de los pueblos de
Huamantanga al Coronel Mariano Villegas y a los hijos del distrito que se
sacrificaron heroicamente por la patria en la guerra del Pacífico. Huamantanga
30 de Julio de 1,937”.
Caminar solitario por estas
callecitas de tierra, sin pistas ni veredas, entre casitas tan antiguas que
vencen al tiempo y a la naturaleza, en donde no hay nadie más que uno, me deja
una sensación de sosiego y relajo. Es como si fuera el dueño de todo.
La iglesia estaba cerrada pero
uno de los motivos por el cual había viajado hasta este lugar era conocer la
imagen de Señor de Huamantanga. Podía cumplir este objetivo solo si lograba
entrar a la iglesia. Después de preguntar sobre el custodio de las llaves del
templo y siguiendo las indicaciones recibidas me dirigí a la casa del encargado
de guardar las llaves del templo. La casa del encargado se encontraba en las
afueras del pueblo y para ello tuve que
cruzar el pueblo y caminar por las inmediaciones,
hecho que me permitió ver al pueblo desde el otro extremo.
Eran los primeros días de enero y las puertas de muchas de
las casitas lucían coloridas cruces sobre sus puertas.
Es una costumbre muy antigua
adornar las casas de esta manera para recibir el nuevo año y para la fiesta de
las cruces que se celebra el 6 de enero, fecha en que se traen las cruces de
los cerros para bendecirlas en la iglesia y retornarlas a sus lugares de
origen. Parte de ellas son aquellas cruces que vemos a lo largo de todo el
camino, las cuales se unen a otras, que en total son casi 39 cruces, 17 del
barrio de Shigual y 12 del barrio de Anduy.
Cerca de la plaza encuentro una
casita muy bonita pintada de un color muy llamativo. Me acerco a ella porque
estaba bien conservada y observo que los balcones descansan sobre columnas de
madera con terminaciones griegas de estilo Jónico. Me alegro también porque
tenía un letrero grande que decía restaurante. Iba ser el momento de probar
algún bocadillo y calmar el hambre, pero las puertas estaban cerradas y no había
ningún indicio que se abrieran. No me quedó otra opción que seguir caminando,
en busca de algún lugar donde poder almorzar.
En
mis caminatas por las calles del pueblo pude observar que en muchas esquinas de
lo que en la ciudad llamamos cuadras o manzanas, habían pequeñas capillas con cruces o imágenes
de algún Santo a Santa.
Estos hechos significan que el pueblo guarda un fuerte
fervor religioso muy arraigado.
En otra de las calles veo pegado un aviso a la comunidad
sobre una pared. Llama mi atención el hecho de que se encuentra escrito sobre
una hoja de papel y habla sobre la convocación a una asamblea extraordinaria de
suma urgencia.
Terminaba la tarde y comenzaba una fuerte lluvia. Entre las
gotas de agua que caían del cielo fui en busca del carro que me traería de
regreso a la gran ciudad.
Las últimas imágenes que me llevé de Huamantanga fueron las
vistas borrosas de sus lindas callecitas que horas antes las había recorrido
con mucha alegría y admiración.
Como dije en párrafos anteriores
mientras hacía el trayecto de ida había pensado en que al momento de regresar
iba estar al otro lado del chofer lo cual me iba permitir tener una vista
privilegiada desde las alturas.
Pero a veces las cosas no son o no
salen como una las quiere o imagina. Una fuerte neblina como pocas veces vi,
impedía ver el paisaje. Eran imágenes parecidas a las que a veces veo cuando
viajo en avión, nubes en la parte de abajo y yo pasando por encima.
El chofer había comprado flores para depositar en la imagen
pintada en la roca del señor de Huamantanga.
Seguimos descendiendo en medio de
una fuerte neblina que no permitía ver nada y mis deseos de que al regresar,
estando sentado al lado del borde del camino iba tener las mejores vistas de la
ruta jamás se cumplieron.
Que sabe un limeño como para
poder predecir el comportamiento de los cielos serranos o hacer pronósticos del tiempo.
Finalmente se va terminando los 29 km de camino afirmado y
veo el puente que nos permitirá entrar a la carretera que viene desde Canta con
destino a Lima.
Este es el lugar conocido como puente de piedra, aunque también
he leído que otros lo conocen como techo del diablo.
Ya en la carretera hacía Lima el panorama es el mismo, una tarde fría con
mucha neblina.
Como dije anteriormente me había
quedado con las ganas de conocer el templo por dentro y ver la imagen del Señor
de Huamantanga. Para asegurarme de cumplir con estos dos deseos emprendí un
segundo viaje en la fecha central de las festividades en homenaje al Santo
Patrón.
Mientras íbamos por la carretera
que conduce a Canta, observamos que había ocurrido un accidente en donde una
combi llena de pasajeros que retornaba de las festividades había caído en las
canaletas que conducen en agua de las lluvias.
Desde épocas muy remotas hay
evidencias de la solidaridad de los peruanos, muchas más evidencias comprobadas
quedan de la época incaica y hasta hoy en día en los pueblos de la serranía
todavía se practica lo que en la época de los Incas era conocido como el Ayni.
Un trabajo de reciprocidad que consistía en la ayuda de un grupo de personas en
favor de otra, con la condición de que esta persona a quien se le ayudaba en
esta oportunidad retribuyera de la misma forma cuando se lo solicitaran.
Y esto mismo fue lo que paso en
esta oportunidad. Ante la situación adversa
bajamos todos de la combi y nos unimos a los pasajeros de la combi
accidentada para entre todos hacer fuerza para levantar y sacar el carro de la
canaleta. Arengas y gritos de fuerza escuchaba mientras a la voz de uno todos
empujábamos el carro.
Después varios intentos
infructuosos finalmente el carro pudo salir de la canaleta para continuar su
viaje. Sonrisas, agradecimiento y rostros de alegría nos confundió a todos como
si fuésemos antiguos amigos.
Una de las principales
actividades que tenían que cumplir todos los ciudadanos del imperio de los
Incas, era el trabajo, el cual se desarrollaba bajo tres formas: El ayni, la
minca y la mita.
La minca también llamada minga
era el trabajo comunitario que se desarrollaba en obras a favor de todo el
ayllu o comunidad. Se construían canales de regadíos, puentes y cultivo de
tierras del Inca, de personas incapacitadas, huérfanos y ancianos. Participaban
todos los miembros de las familias del ayllu quienes llevaban sus propias
herramientas y comida. Las personas que no participaban eran expulsadas del
ayllu y perdían sus tierras.
La mita era un trabajo
obligatorio a favor del imperio, lo cumplían solo los hombres casados con
edades entre 18 y 50 años. Las mujeres no participaban de esta forma de
trabajo. Generalmente era el trabajo realizado en las minas, construcción de
caminos, fortalezas, puentes y centros administrativos entre otros.
Continuamos con el viaje rumbo a
nuestro destino, era la segunda vez que veía este paisaje, mientras más subía
más espectacular eran las vistas del valle.
Nuevamente la parada obligatoria
en la imagen pintada en la roca. A diferencia de la primera vez, hoy el lugar
se encontraba con la presencia de muchas personas y carros, situación que no
parecía raro teniendo en cuenta que estábamos en las fechas centrales de las festividades
que los devotos rinden a su Santo Patrón.
Otra vez estaba en la plaza
principal de Huamantanga, pero la situación en esta oportunidad era diferente.
Las calles del perímetro y la plaza estaban llenas de gente y carros. Muchos
huamantanguinos y devotos de Señor de Huamantanga habían llegado desde
diferentes puntos del país para participar de las fiestas patronales.
No era fácil entrar al templo, la gente ordenadamente hacia su cola o fila india para poder ingresar. Hay un dicho que dice: “ A donde fueres, has lo que vieres”. De tal manera que siguiendo lo que veía me puse al final de la cola y poco a poco iba avanzando hacía la entrada.
Por fin ante mis ojos apareció el
interior del templo, un deseo que no pude hacer realidad cinco meses antes.
El templo es de una sola nave con
el color del techo azul, simulando el color azul del cielo huamantanguino. Los
rayos de luz que entran por los vitrales que sirven de ventanales y las luces
artificiales daban al interior del templo un ambiente especial.
En techo del templo se ha pintado pasajes que narran la
historia del Señor de Huamantanga, entre ellas se observan las siguientes
escenas: El encuentro de los dos enviados con el maestro, portachuelo, el
rostro, el descanso en el árbol taro, el
puquio de Socos, Cruz verde, Tres cruces, Cristo en la Cruz, tempestad en Pampacruz
y la Ascensión entre otros.
Un panel pegado en una de la paredes interiores del templo nos explica cada uno de los diez cuadros que corresponden al esquema del cielo de la iglesia de Huamantanga.
En el altar mayor destaca la
imagen del Patrón del pueblo. Esta es la
imagen principal ante la cual miles de peregrinos por devoción o cumpliendo
alguna promesa regresan para pedir algún milagro o agradecer uno concedido. Muchos
hacen largas caminatas de peregrinación para llegar hasta el santuario.
La fecha central de las
festividades en homenaje al señor de Huamantanga es el 3 de Mayo y su fiesta es
considerada una de las más grandes e importantes de la provincia de Canta.
Tanto es así que el 5 de febrero de 1,985, antes de partir, en su discurso de despedida al pueblo peruano su Santidad Juan Pablo II lo menciona en uno de sus párrafos, diciendo:
“En muchos lugares de la serranía
y de la costa, en las cimas de los montes, en las encrucijadas y cercanías de
los pueblos peruanos, se yergue con frecuencia la cruz, acompañada a veces de
los símbolos de la Pasión de Cristo. Es una devoción muy radicada en la piedad
popular. El Señor de los Milagros de Lima, de los Temblores en Cuzco, de Luren
en Ica, de Burgos en Chachapoyas y Huánuco, de la Agonía y de Huamantanga en las
zonas del Norte, son prueba de ello”.
A un costado del altar mayor se
encontraba el anda con la imagen pintada del señor de Huamantanga. La cola que
se encontraba en las afueras no era solo para entrar al templo sino que ella
continuaba hasta esta imagen, que los devotos trataban de tocar y santiguarse.
En una carretilla de ventas de
golosinas compré un folleto que tenía por título la historia del Señor de
Huamantanga. Allí dice que en los años
de 1,580 a 1,590 los nuevos
huamatanguinos creyentes de la fe católica, designaron a dos de sus miembros
para que viajaran a Lima en busca de un escultor, un carpintero y un albañil
para que construyeran un crucifijo y los instalaran en la capilla ya preparada.
Parte la comisión y al pasar por
Puruchuco ven que por la quebrada de Socos venía un hombre montado en un caballo
blanco. Al encontrarse frente a frente los comisionados le explican que iban a
Lima en busca de un escultor, un carpintero y un albañil, para que construyesen
un crucifijo para la iglesia. El viajero solitario les contesta que
precisamente él iba a Huamantanga en busca de trabajo porque él era escultor,
carpintero y albañil.
También él agregó que podía hacer
la imagen con la condición de que nadie fuese a visitarlo e interrumpirlo en el
lugar donde trabajaría, que le dieran las herramientas y materiales que
pudiesen, que terminada la obra le pagasen lo que creyeran justo y que los alimentos
le pusieran en la puerta en horas de la madrugada.
De acuerdo a su requerimiento, al
maestro se le dio como alojamiento y lugar de trabajo, el local que servía de
depósito de los detenidos y su caballo fue llevado al potrero.
De inmediato los huamatanguinos
supieron que la obra se había iniciado por los golpes del martillo y los ruidos
de otras herramientas.
Una madrugada la encargada de
llevar el alimento no recibió respuesta a su llamado. Presa de temor por lo que
hubiese sucedido, acudió a dar aviso a las autoridades, quienes advirtieron que
también el caballo blanco había desaparecido. Pensando que habían sido
engañados y burlados, violentaron la puerta para ver si el desaparecido había
dejado algo. Grande fue su sorpresa cuando en el interior del local encontraron
un hermoso Cristo Crucificado, una bellísima obra con la cual no podía competir
ninguna obra hecha por la mano del hombre. También estaban intactos los
materiales pedidos y los alimentos entregados.
Considerando que el lugar no era
el indicado para tal bella y perfecta imagen deciden sacarla con destino a la
capilla ya preparada. Mientras el crucifico es llevado hasta la puerta se
desencadena una fuerte tempestad que obligó a los creyentes regresar la imagen
adentro y acordar hacer el traslado al día siguiente muy temprano antes de las
lluvias. Las tempestades se repiten una y otra vez cada vez que quieren sacar
la imagen. Entienden que la imagen no debería sacarse del lugar donde estaba y
allí mismo es donde se construye la iglesia que hoy vemos en la plaza
principal.
Mientras me acercaba cada vez más
al altar mayor para apreciar de cerca la imagen del Señor, vi que por la parte
de atrás aparecían unas manos tocando los pies del señor.
Salí de la iglesia y caminé bordeándola por el lado derecho,
pasando por la otra puerta de entrada al templo.
Vi una puerta de entrada a un
lugar oscuro. Todo era silencio, no había nadie a quien preguntar. No me quedó
otra opción que ingresar y caminar con cautela siempre hacía adelante, pasando
de un ambiente a otro.
Finalmente logro ver en el siguiente ambiente algunas
personas y me dirijo hacia ella.
Y allí estaba una escalera que
conducía a la parte alta del altar mayor y por donde la gente tocaba los pies
del Señor de Huamantanga.
Un aviso antes de entrar nos
indica algunas recomendaciones para ingresar, como guardar silencio, no usar
gorros, tampoco pasar algodones, ramas, estampitas o cualquier otro objeto por
la imagen. Finalmente el anuncio termina agradeciendo la vista, haciendo votos
para que el Señor derrame sus bendiciones a los visitantes y seres queridos, esperando
un pronto retorno.
Otro detalle que observé es que
al entrar todos los devotos se quitan sus zapatos y suben por la escaleras sin
ellos.
Salí del recamarin y la gente seguía haciendo cola para
ingresar. El cielo estaba nublado y sentía una leve sensación de frio.
En el camino de retorno muchos
carros y también algunos accidentes. Que diferente panorama de cuando fui la
primera vez, en que durante del trayecto
por el camino afirmado no nos cruzamos con ningún otro vehículo.
No solo cantidad de carros sino
también cantidad de gente. El camino es estrecho y en algunos tramos no pueden
cruzar dos carros al mismo tiempo, situación que genera paradas, demoras,
congestión y también accidentes.
Es allí cuando bajamos de los
carros para ver lo que está pasando y nos convertimos en conocedores de todo y
comenzamos a dar instrucciones para
solucionar estas situaciones. Por lo vivido considero que ese comportamiento es
algo natural, es una reacción casi inconsciente del ser humano creer que lo
sabe todo y tener las soluciones para todo.
Huamantanga en un pueblo pequeño
y antiguo con calles, vistas y pasajes muy bonitos. Es difícil encontrar un
lugar donde pernoctar y donde almorzar. Si encuentras un lugar donde almorzar hay
que entrar y comer lo que se ha cocinado ese día.
Tuve que hacer un segundo viaje
exclusivamente para entrar a la iglesia y conocer al Señor de Huamantanga, habrá
sido una señal?
Estos viajes los realicé uno en
enero y otro en mayo del 2,015. Cualquier
dato puede haber cambiado a la fecha.
es hermozo el pueblo de huamantanga ,yo llevo mas de 25 años visitandola como peregrino,junto con miles de peregrinos que bienen de diferentes partes del peru y del extranjero,nosotros los peregrinos caminamos 3 dias para llegar al pueblo de huamantanga desde macas luego llegamos a socos y despues a puruchuco para despues entrar todos juntos a visitar a nuestro sr. de huamantanga. te invito este 30 de abril. partir juntos con miles de hermanos a participar de esta peregrinación desde macas y compartir esta bonita experiencia q te aseguro te va encantar.caminaremos 3 dias solo tienes q llevar tu carpa,agua y ropa de abrigo. te esperamos yo me llamo erinson gamarra y soy de puente piedra los envito gracias.
ResponderBorrarAmigo Erinson muchas gracias por tus comentarios y valiosos aportes que hiciste con respecto a la peregrinación que hacen por el Sr. de Huamantanga. Realmente es importante dar a conocer y mantener vivas estas costumbres y tradiciones arraigadas en los pueblos a través del tiempo y que se trasmiten de generación en generación. Muchas gracias por la invitación.
ResponderBorrarexcelente escrito amigo felicitaciones me he quedado impresionado del señor de Huamantanga ojala este año me de un salto y conocer de cerca al señor de huamantanga.
ResponderBorrarExcelente descripción del pueblo de huamantanga.gracias Cesar Paredes Pinelo.yo fuí el año 1984 cuando tenía 17 años en el mes de octubre y hacía un frío terrible que llegaba hasta los huesos.bonito el paisaje y el aire puro me encantó.tambien compre en una tienda unos panecillos de maíz llamados bollos que son una delicia.
ResponderBorrarSoy Yris Palacios Guardamino, y te agradezco por describir tan pictóricamente al maravillosos pueblo de Huamantanga, tierra donde nacieron mis padres, abuelos, y parientes. Yo realizé la peregrinación por el camino de herradura el año 1986, cumpliendo la promesa que mi madre le hiciera al Señor de Huamantanga si ingresaba a la UNMSM. Así viajamos juntas, y pudimos ser testigos de los milagros que el Señor obró desde el puquio de Socos, el rostro de Jesús en la roca, el Taro, Tres Cruces, cuyos vestigios se guardan como reliquias en la Iglesia de Puruchuco, hasta la Iglesia de Huamantanga donde está la imagen del Señor, del Señor de Huamantanga. Finalmente, mencionar que la imagen del Señor de Huamantanga, así como el techo de la Iglesia fue retocada por el pintor huamantanguino Luis Guardamino Villegas, mi tío materno, a quien le debo las lecciones de pintura en su taller cuando niña, mostrándome las diferencias entre las pinturas de Picasso, Velásquez, Renoir, Van Gogh, y así por ende, el gusto y la afición por el arte de la pintura.
ResponderBorrarY qué decir de los platos típicos de Huamantanga, la patasca, el patache, la pachamanca, el ponche de habas, el rico pan bollo, que mi abuela María hacía en la casa junto a mi mamá y mis tías, la mazamorra a base de chuño seco, la rica papa junto con el delicioso queso de huamantanga acompañado de su café pasado. Todo esto, no hubiera conocido y probado a no ser por haber sido hija de padres huamantanguinos, y Huamantanga no hubiera existido hasta ahora, sino gracias al Señor de Huamantanga!