Del pueblo de San Pedro de Cachora
bajamos hasta la carretera que une las ciudades de Cusco y Abancay, la cual en el sentido sur lleva al Cusco y en
el sentido Norte lleva hasta Abancay. Después de tomar un rico desayuno con pan
serranito, chicharrones y su café calientito esperamos que mi primo Oscar
aborde el ómnibus que lo llevaría al Cusco y luego con mi hermano Carlos contratamos
los servicios de un taxi para que nos llevaría a Abancay.
Hicimos un acuerdo con el chofer
para que en el camino nos llevara a conocer la piedra de Saywite, no
significaba salirnos de la ruta sino hacer una pequeña escala a la altura de
esta piedra, considerada una muestra más del gran trabajo que hacían sobre la
piedra en la época de los Incas.
La piedra se encuentra dentro de
los límites del Parque Arqueológico Saywite, localizado en la comunidad de
Concacha que pertenece al distrito de Curahuasi , uno de los 9 distritos
que tiene la provincia de Abancay en el
departamento de Apurímac, a una altura de 3,500 msnm. Curahuasi es conocida como la “Capital Mundial
del Anís”. El anís es una semilla aromática que tiene diversos usos sobretodo
en la cocina y en la preparación de remedios caseros.
Durante el viaje iba mirando por
la ventana el paisaje apurimeño hasta que un gran muro me indica que hemos
llegado al Parque Arqueológico Saywite.
Cuando se llega al lugar lo
primero que se ve a lo lejos es una simple cerca de fierro y dentro de ella un
piedron que no tiene una forma definida.
La piedra de Saywite es un gran
monolito tallado en alto y bajo relieve cuyas medidas oficiales son de 2.28 m.
de altura; 11.14 m. de circunferencia en la parte de arriba y 8.14 m. de circunferencia en la parte de la
base.
En los bordes se encuentran distribuidos 38 agujeros por donde discurría
hacia el suelo el agua de la superficie.
Algunos estudiosos del lugar creen que de estos agujeros colgaban ídolos de oro que los conquistadores
españoles arrancaron.
Toda la parte superior es tallada
y se ha llegado a contabilizar más de doscientas figuras fitomorfas, zoomorfas, de accidentes
geográficos, cerros, lagunas, escaleras y otras construcciones talladas en un
aparente desorden, aprovechando los
relieves y depresiones naturales de la piedra. En la foto se aprecia claramente
en uno de los bordes la figura de un puma y en la parte de la izquierda unas
escaleras que conducen a lo que parece ser un palacio.
Sobre lo que representaba y el
uso se le daba hay muchas versiones. Por ejemplo el arqueólogo Federico
Kauffman Doig sostiene que puede estar relacionado con el culto del agua, una especie
de gigantesca paccha, en donde el agua de las lluvias se empozaba en diferentes
partes y en otras comenzaba a discurrir hasta los orificios que se encuentran en
el borde para caer finalmente en la madre tierra o pachamama.
Algunos consideran que es una
especie de plano o croquis en donde los incas llevaban el control de las obras que
realizaban. Esta teoría se sostiene en
el hecho que se observan montañas, lagunas,
ríos, caminos, escaleras y canales en diferentes direcciones. Para otros estudiosos
se trata de una creación con la intención de perennizar las concepciones sobre los
problemas del agua y la fertilización de la tierra.
Lo cierto es que todo son
conjeturas y no hay evidencias científicas sobre la finalidad de esta piedra.
Ha pasado tanto tiempo sin que los estudiosos puedan descifrar el motivo de su
creación ni la función que tuvo en su época, significado que tal vez sean un
misterio para siempre.
Lo lamentable es que algunas
partes de la piedra han sido dañadas irreparablemente. En la foto la cabeza
rota de la representación de un puma.
Saywite se encuentra entre dos importantes ciudadelas incas:
Machu Picchu y Choquequirao, lo cual hace suponer que la zona era considerada un
lugar importante de culto.
Frente a la gran piedra sobre una
explanada se encuentra un recinto de características incas. El conjunto de habitaciones,
pasadizos y escalinatas se encuentran dentro de un perímetro de 22 m. de ancho
por 20 m. de largo. Los estudiosos del lugar creen que se trataba de un lugar
de residencia de los antiguos sacerdotes encargados del culto y en donde ofrecían sacrificios a sus dioses.
La única entrada lleva directamente a una ventana trapezoidal
cerrada donde posiblemente se encontraba algún ídolo.
Por la parte de atrás se aprecia escaleras y pasadizos de tamaño medio. Subiendo las escaleras se
llega a la cima desde donde se tiene una visión espectacular de todo el valle.
Es muy común ver que los incas hicieron sus construcciones
importantes en las partes altas como una medida de domino y de protección ante
posibles ataques.
Lo que sorprende es como llevaron las piedras hasta estas
alturas si cuando se mira alrededor lo único que se observa es tierra de
cultivo.
Es cierto que la calidad de la
construcción no tiene la finura de las importantes construcciones incas en
donde las piedras tienen una acabado lizo y las uniones son casi perfectas.
Para la construcción de los muros de 70 cm de espesor se emplearon piedras medianas unidas con
barro.
Según se indica en la página web
de la Municipalidad de Curahuasi, la palabra Saywite proviene de la unión de
dos vocablos quechuas: “sayay” que
significa “detente” y “huite” que
significa “ inquieto”, uniendo los dos vocablos será algo así como “detente
inquieto”. Otra versión dice que puede venir de “sayay” que siginifica “detente”
y de “riti” que significa “nieve”, uniendo los dos vocablos seria “detente
nieve”.
Luce aparentemente abandonado, no
hay un museo de sitio, no hay módulos de
información al turista ni guías que puedan explicar sobre este lugar. Sin embargo el chofer conocía el lugar y nos
llevó a otro sitio donde se encontraba otra
gran piedra muy similar que se quedó a medio trabajo, tal vez por la llegada de
los españoles u otro motivo desconocido a la fecha.
El lugar es una explanada cubierta por el ichu y los bloques
de piedras de regular tamaño.
Algunas muestran señales de que se había comenzado a
tallarlas, pero algo sucedió y las dejaron diseminadas por toda la explanada.
Hicimos un alto en el camino para
respirar profundo y oxigenar nuestros pulmones de aire puro mientras miraba
todo alrededor tratando de gravar en mi mente estos lindos paisajes. Mirando
las fotos siento nostalgia pero al mismo tiempo me traen recuerdos imborrables
que hoy comparto en este relato.
Según se indica en la página web
de la Municipalidad Provincial de Abancay , Saywite proviene de la unión de dos
vocablos quechuas: Sayay –Huite cuyo
significado en español es “detente inquieto” , mientras otros dicen que deriva
de las palabras quechuas:
Sayay-Ritti que significa “detente
nieve’”.
Los que no pueden ir hasta
Curahuasi y se encuentran en Lima pueden
apreciar una réplica en tamaño real de la piedra de Saywite en la en cuadra 10
de la Av. Camino Real en el distrito de San Isidro, obra del escultor peruano
Juan José Paredes. Otra réplica mucho más
antigua la encontramos dentro del Parque de Las Leyendas muy cerca de la
entrada principal.
Este viaje lo realicé en octubre del 2,009 cualquier dato
puede haber cambiado a la fecha.
Interesante periplo ,me gustaría que mencionara algunos estudios realizados
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