viernes, 2 de agosto de 2013

ZAÑA, UN PUEBLO QUE CARGA SU PASADO


Salí del hotel muy temprano con el objetivo de conocer el distrito de Zaña. En el centro de Chiclayo abordé un taxi, pague S/. 2.50 y me trasladó al paradero conocido como EPSEL. En este paradero se abordan las combis que se dirigen hasta el distrito de Cayaltí y en su trayecto pasan por Zaña. EPSEL son las siglas de la Empresa Prestadora de Servicio de Saneamiento de Lambayeque.

Zaña  es un distrito de la provincia de Chiclayo, ubicada en el sur del departamento de Lambayeque, localizado a 51 km de la ciudad de Chiclayo. El tiempo de viaje es de 1 hora aproximadamente y el costo del pasaje en combi es S/. 3.50. Gran parte del camino se hace por la Panamericana Norte como quien se va a Lima. En el trayecto se pasa por el distrito de Reque y antes de llegar a Mocupe existe un desvío a Zaña.

La mayor parte de su territorio es llano, apto para el cultivo agrícola con una altura promedio de solo 46 msnm. La otra parte limita con los cerros de la cordillera occidental de las andes.

Llegue a Zaña temprano, el cielo estaba totalmente despejado y los rayos solares todavía  eran débiles, situación que generaba un  clima templado, pero a pesar de ello por momentos  sentía unos vientos fuertes. En la cuarta cuadra del jirón Real,  una de la calles que conforman la plaza principal de Zaña se halla el moderno local municipal.


La plaza principal es pequeña, pero muy bien cuidada, el camino es enlosetado y cuenta con bancas de cemento para sentarse y descansar. A un costado de la plaza se encuentra una pileta.




Hoy en día en el centro de la plaza principal de Zaña destaca una especie de glorieta de arcos al cual se llega ascendiendo por unas escaleras.



En una de las esquinas de la plaza se encuentra la nueva iglesia de Zaña, cuya construcción es simple, con dos torres a cada lado que sirven de campanario. Lamentablemente estaba cerrada y no pude entrar para verla por dentro.


Cuando se lee la historia de este pueblo uno se encuentra con episodios muy trágicos, cuyos  hechos llegan incluso a denominar al lugar como pueblo maldito o castigo divino. Estos adjetivos se refieren a acontecimientos sufridos en el pasado como consecuencias de los desastres naturales que destruyeron gran parte de la ciudad.

Hoy en día Zaña es un pueblo pujante que lucha por sobresalir a través de la agricultura, orgulloso de su pasado y con esperanza en promover el turismo, motivo por el cual se encuentran abocados en la restauración de sus iglesias antiguas con la finalidad de mostrar al turista la belleza y el esplendor que la consagró en su momento como una de las ciudades más importantes  del virreinato del Perú.

Antes de la llegada de los españoles esta zona era habitada por indígenas descendientes de la cultura moche, quienes hicieron importantes obras de regadío en la zona con la finalidad de ganar tierras de cultivo. Cuando los conquistadores se dirigían a Cajamarca para la captura y muerte del Inca Atahualpa pasaron por este lugar y  se encontraron con un valle que tenía un suelo fructífero para los sembríos de arroz y caña de azúcar, además de un pueblo que estaba bien organizado. Posteriormente decidieron aprovechar estas facilidades adicionales y fundar la ciudad. Durante el gobierno del Virrey Diego López de Zuñiga  el 29 de noviembre de 1,563 el capitán  español Baltasar Rodríguez funda la ciudad con el nombre de Villa Santiago de Miraflores de Saña.

La ciudad fue dividida en dos zonas, una conocida como la Zaña Colonial donde poblaron las familias más adineradas llegadas de España, que llegaron atraídas por la riqueza del lugar. La otra zona era  Zaña Pueblo que estaba habitada por los indios dedicados al trabajo en el campo. Como en todo el proceso de la conquista española lo pobladores del lugar fueron desplazados a los alrededores y cerros aledaños.

Gracias a su creciente economía pronto se convirtió en el centro comercial más importante de la zona norte del Virreinato del Perú. Sus recursos eran exportados a Panamá, Chile y Guayaquil. Fue la tierra de miles de españoles, quienes trajeron  a esclavos negros para el trabajo agrícola de sus tierras y el servicio doméstico.

Cuenta la historia de esta tierra,  que la fama de la riqueza del lugar era tan grande, que sus noticias traspasaron los linderos del virreinato llegando a los oídos  de piratas que asechaban los poblados en busca de riquezas.

Fue así que el 4 de marzo de 1,686, el pirata inglés Edward Davis arribó a esta zona por el puerto de Cherrepe y lo saqueó brutalmente arrasando las tierras y las riquezas que los españoles poseían.  Poco después el corsario inglés Sir Francis Drake terminó por arruinar el lugar. Asustados por estos hechos y temiendo  por sus vidas las familias españolas fueron migrando a los alrededores.

Una leyenda cuenta que el pirata en su incursión tomó de rehén a una dama de alcurnia y procedencia adinerada, conocida como la Bella Mencia,  a la que detuvo hasta que su familia se animara a pagar el rescate de 50.000 pesos, valor que según se dice  fue pagado. Durante su detención parece que la joven se enamora del pirata y nunca más se le vuelve a ver en el pueblo, comentándose que huyó con su captor perdidamente enamorada.

A pesar de ello poco a poco Zaña logró recuperarse, pero por desgracia el 15 de marzo de 1,720 ocurrió una gran inundación. Las aguas del río Zaña se desbordaron de su cauce atacando con gran fuerza a la ciudad, destruyendo todo lo que estaba a su paso. Este suceso fue considerado como un "castigo divino", por los ritos paganos, bailes eróticos y las orgías de los esclavos negros, quienes vivían en desorden y exceso como  respuesta a los abusos de sus amos.

La catástrofe ocasionó que los españoles se mudaran definitivamente a otras localidades, mientras que los esclavos se fueron a Piura, Chincha y Quito.

Pero el tiempo de esplendor de Zaña no solo se lee en su historia sino que se puede apreciar en los restos y ruinas de lo que hoy queda como evidencia de su importancia. Sabemos que para los conquistadores españoles una de sus principales actividades fue el adoctrinamiento religioso, para ello se dedicaron a las construcciones de iglesias donde se impartía la religión católica.

Durante la época colonial en este pueblo se levantaron siete iglesias de estilo barroco lo que nos confirma la importancia del lugar en esta  época.  Las siete iglesias fueron: la iglesia matriz, la iglesia del hospital San Juan de Dios, el convento de San Francisco, el convento de San Agustín, el convento de La Merced, la parroquia de Indios Santa Lucía y la capilla anexa a la casa donde murió Santo Toribio de Mogrovejo.

Lamentablemente el tiempo y la naturaleza hicieron su parte mala, de los siete templos cinco están en ruinas y dos ya no existen.  El diseño arquitectónico de los templos corresponde a artistas españoles y mano de obra inicialmente indígena, posteriormente se empleó masivamente trabajadores esclavos de raza negra.

El convento de San Agustín es el más grande,  la mayor parte de la construcción  está en ruinas debido a las lluvias del fenómeno del niño en 1,720. Lo que queda en pie nos permite activar la imaginación y tener una idea de la belleza y grandeza del lugar. Se encuentra a 2 cuadras de la plaza principal y para entrar se debe pagar S/ 3.00. La señora que hacia el cobro en la entrada  vendía unos folletos sobre la historia de Zaña, compré uno y me sirvió de mucho para escribir parte de este relato.


Fue fundado por el padre Fray Alonso García, el 5 de octubre de 1,584 y construida por el alarife Blas de Orellano.  Alarife es el nombre que se daba antiguamente al maestro de obras o albañil.



Algunas paredes y portadas a pesar del tiempo y abandono aún muestran pinturas, tal como se puede observar en la parte superior de esta portada.

 
 


Su arquitectura originalmente estaba conformada por un convento de dos patios y una iglesia, ubicados sobre una manzana completa a dos cuadras de la antigua plaza mayor.  Al caminar por todo el lugar veo que es muy grande, lo cual indicaría que este convento era importantísimo en su momento y que debió acoger a muchos religiosos agustinos.



En el segundo piso de la iglesia se aprecia que los techos de las naves eran altos, creando un ambiente  espacioso y solemne. En las paredes todavía se observa una que otra moldura o adorno que ha resistido en el tiempo. Desde aquí hay una vista de parte del patio del convento, las casas de la ciudad, la iglesia matriz de la plaza principal y los andes peruanos.
 
 
Las bóvedas se apoyan sobre arcos cruzados llenos de  altorelieves.


El gran patio presenta una refinada estructura de arcos y otros detalles de arquitectura muy refinada para la época. Al estar en este lugar imaginaba los grandes palacios griegos y romanos donde predominaban los estilos jónicos, corintio y neoclásico.



El destacado historiador del arte Harold Edwin Wethey  en su obra Colonial Architecture and Sculpture in Perú,  consideró a este convento como uno de los más importante de América Latina.



Una de las entradas laterales  al convento  cruza la iglesia y lleva directamente hasta el patio principal.  



Al entrar al primer patio del convento encontré un pozo de agua. Me acerco y cuando miro abajo tratando de ver el fondo del pozo, este se pierde en la oscuridad. Con cuidado  me inclino hacia el interior del pozo y rompo el silencio del lugar con un grito. Un eco salido del fondo me repite el grito. Repito palabras una y otra vez como un niño que juega con alguien, el joven que me acompaña de guía se sonríe de mi ocurrencia. A los costados se ven los palos que sirvieron para sostener la soga con el balde de agua. Antes de retirarme pienso cuantas veces los misioneros de este convento habrán ido y venido a este pozo para sacar agua y calmar la sed del pueblo.



Saliendo del pueblo fui caminando hasta la iglesia Matriz cuya construcción se estima entre fines del siglo XVI y comienzos del siglo XVII. El camino es de tierra, solo encontramos asfalto en el centro del pueblo. El sol abrasador del norte peruano trataba de hacerme desistir, pero cuando tienes ganas de querer conocer algo nuevo no debe existir nada que te detenga.



Una rústica puerta de madera impide el paso a la Iglesia matriz. A lo lejos solo se observa una pared grande, muros con fragmentos de pinturas murales y algunas columnas que en su época fueron los soportes de la nave central. Según los estudios de los restos, la iglesia debió tener una nave central alta y dos capillas laterales más bajas para permitir las ventanas. Se dice que Santo Toribio de Mogrovejo fue enterrado aquí y sus restos exhumados para ser llevados a la catedral de Lima. La iglesia se encuentra dentro de unos campos de cultivo, al parecer abandonada.



Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo  era un eclesiástico español. En marzo de 1,579, el Papa Gregorio XIII lo nombró arzobispo de Lima. Llegó al puerto de Paita, en mayo de 1,581 e inició su trabajo como misionero viajando a pie hasta Lima, bautizando y enseñando a los nativos durante el camino. Se le considera como misionero y organizador de la Iglesia católica en el virreinato del Perú; segundo Arzobispo de Lima y Santo de la Iglesia católica, canonizado el 10 de diciembre de 1,726 por el Papa Benedicto XIII. Nació en Mayorga, España el 16 de noviembre de 1,538 y murió en Zaña el 23 de Marzo de 1,606.

De la iglesia de San Francisco se dice que fue iglesia de una sola nave cubierta de tijerales y adornos; su construcción se ubica entre los años 1,585 y 1,590. A la fecha se conservan algunas paredes y muros.

De la iglesia de La Merced se sabe que los mercedarios llegaron a Zaña en 1,637, ocasión en la que construyeron su iglesia de estilo clásico renacentista, quedando solo en pie el hastial y dos torres campanario.

El tiempo y la naturaleza se podrá llevar la parte física y material,  pero los seres humanos tenemos la inteligencia, los sueños y la imaginación para reconstruirlos y darnos una idea de su magnitud.
Nuevamente regresé a la plaza principal y con una mototaxi me fui al otro extremo de la ciudad, allí donde pasa el rio Zaña, aquel rio culpable en el  pasado de una de las desgracias del pueblo. En la actualidad el río Zaña discurre de este a oeste, bajando por la ladera occidental de los andes hacia el Océano Pacífico. La parte baja de la cuenca está en el departamento de Lambayeque, mientras que la cuenca alta pertenece al departamento de Cajamarca. El caudal de este rio crece bastante en épocas de lluvia y su aguas se desbordan de su cauce llegando a cubrir las copas de los árboles  cercanos.


Encontré un legendario puente colgante, uno de las más largos, rústicos y peligrosos que he visto en mis viajes. Este puente es conocido como La Otra Banda, porque cruzando se llega al centro poblado conocido con el mismo nombre. Me comentaba un poblador que este puente tiene una antigüedad de 100 años y un largo aproximado de 100 metros.




No tiene barandas de apoyo solo unos gruesos cables que sostienen la base llena de tablones. Completan la estructura unos troncos imperfectos a mitad del puente. Al mirar el tamaño de estos troncos  secos y muertos retrocedo en el tiempo y pienso que alguna  época tuvieron vida y quizás fueron parte de un frondoso árbol que con sus frutos saciaron el hambre de muchos zañeros y que sus ramas fueron la morada de muchos pajaritos que con sus trinos alegraron la vida de los pobladores de esta zona.



Troncos diversos  forman la estructura del puente colgante, de solo mirar ya da miedo cruzarlo. Al cruzarlo su balanceo me recuerda que este si es un verdadero puente colgante. Pero tranquilo, este puente es legendario, durante muchos años los negros zañeros lo han cruzado una y otra vez para ir y venir después de trabajar en el campo, para sacar las cosechas del campo, el pase de animales y tantos otros usos. Hoy en día lo cruzan a diario los trabajadores del campo para ir a laborar en las parcelas agrícolas de La Otra Banda y los escolares que vienen a estudiar en los centros educativos que se encuentran en el centro de Zaña.



Durante sus primeros años de existencia Zaña  fue poblado por los moches, luego vinieron los españoles blancos que llevaron gran cantidad de esclavos negros traídos del Africa para trabajar la tierra y para los servicios domésticos; posteriormente los hacendados trajeron a los chinos para laborar los campos. En el tiempo  estas razas se fusionaron  de generación en generación logrando que el poblador zañero tenga rasgos propios de estas mezclas, predominando el color oscuro, motivo por el cual en el norte se les conoce con el apelativo de “negros zañeros”.

La cultura legada por los esclavos africanos constituye parte fundamental de la tradición del pueblo zañero;  la cual se traduce en sus famosos dulces, como las cocadas, naranjas rellenas, membrillos y dátiles confitados. Pero en lo que más destaca el legado cultural africano es en sus bailes y en su tradición oral.

Los negros africanos trajeron el “lundu”, una danza de Angola que se veía como una representación del acto sexual y que escandalizó a los religiosos de esa época, quienes amenazaban a los esclavos negros con la  llegada de castigos divinos por practicar esta danza del diablo. Según Nicomedes Santa Cruz Gamarra uno de los estudiosos del origen negro en el Perú, dice que lundu deriva de Luanda capital de Angola. Posteriormente en la época de la Independencia, el lundu  se había acriollado, perdiendo su origen ritual, dando origen a la zaña y más tarde al tondero.  La palabra lundu con el tiempo derivo en lo que ahora se llama  “landó”.                                                         

Antes de llegar a Zaña se encuentra una muralla que nos da la bienvenida. Se puede leer  parte de la letra de la canción que dice: Al lundero le da Zaña, al lundero le da.



 Así como como al bailarín de cumbia se le llama “cumbiambero”; al de la rumba se le llama "rumbero”;   al de la guaracha "guarachero”; al bailarín de “lundu” se le llama “lundero”.

En la actualidad Zaña es un lugar muy tranquilo, acogedor, con una gente muy amable con ganas de mostrar y contar su historia. Se observa algunos alojamientos y restaurantes que brindan comida local.

Para concluir, un acontecimiento que enorgullece a los zañeros constituye el hecho que dentro de sus linderos se descubrió en 1,987 la tumba de Señor de Sipán, específicamente en el anexo de Saltur.  El Señor de Sipán fue un antiguo gobernante del siglo III, cuya existencia fue alrededor del año 250 de nuestra era actual;  perteneció a una civilización muy anterior a los Incas y su tumba al momento del hallazgo se encontraba intacto sin huellas de saqueos, algo difícil de encontrar en el Perú.

Este viaje fue realizado en abril del 2,010 motivo por el cual algunos datos pueden haber variado a la fecha.







 








 
 

 
 

1 comentario:

  1. HERMOSA ES LA TIERRA DE MI MADRE.LA HISTORIA ES IMPACTANTE,ES UNA TIERRA MUY CAUTIVAMENTE.

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